Profundizaremos en el siguiente ensayo, desde la Sociología de la Educación en, el aporte dialéctico, que
a nuestro parecer es posible, entre Pedagogía Crítica y Buen Vivir. Entendemos por una lado a la pedagogía crítica
como aquella propuesta educativa capaz de construir procesos de miradas
colectivas radicales que toman una postura política clara a favor, y junto a
los oprimidos, y en contra de aquellos que conforman procesos de opresión como
los son: el progreso y el después llamado desarrollo. Por otra lado la categoría ancestral del Buen
Vivir es justamente una visión desde los marginados por la historia, desde los
pueblos y nacionalidades indígenas, desde donde se presenta como una
oportunidad para construir otra sociedad sustentada en la convivencia del ser
humano, en su diversidad y armonía con la naturaleza, a partir del
reconocimiento de los diferentes valores culturales existentes en cada
país. Encontramos puntos de convergencia
distintos en estas dos temáticas, desde los cuales pueden aportarse mutuamente,
pedagogía crítica y Buen Vivir, y que abordaremos a continuación.
La pedagogía
crítica bebe de al menos dos grandes fuentes conceptuales e incluso históricas. La primera nos remite a la Teoría crítica, la
misma que tiene doble significado. Por
un lado, se refiere a la herencia del trabajo teórico desarrollado por ciertos
miembros de la emblemática “Escuela de Frankfurt”, y por otro a la naturaleza
de la crítica autoconsciente y a la necesidad de desarrollar un discurso de
transformación y emancipación social que no se aferre dogmáticamente a sus
propias suposiciones doctrinales. En
otras palabras la Teoría Crítica se refiere tanto a la escuela de pensamiento
como al proceso de crítica. Además vale
recalcar que no es posible señalar una sola teoría crítica universalmente
compartida, mas sí indicar el intento común de evaluar las nuevas
conformaciones del capitalismo que surgieron junto con las formas cambiantes de
dominación que les acompañaron. La
segunda gran fuente nos remite al trabajo explícitamente político-pedagógico de
Paulo Freire en América Latina, del cual cobra existencia su pensamiento en una
pedagogía en la que el esfuerzo totalizador de la praxis humana busca, en la
interioridad de ésta, re-totalizarse como práctica de la libertad. El trabajo de Freire parte de la realidad
concreta, de las experiencias de vida de su pueblo y de su continente,
planteando categorías epistemológicas contextuales que reconocen que en una
dinámica estructural de injusticias y de dominación la pedagogía dominante es
la de las clases dominantes. Y ya que
los métodos de opresión no pueden servir contradictoriamente a la liberación de
los oprimidos, es necesaria una nueva pedagogía que conduzca hacia unos caminos
de liberación, en donde los oprimidos tengan condiciones de descubrirse y
conquistarse reflexivamente, como sujetos siempre en relación, pero
constructores de su propio destino.
Conocedores
de las dificultades que implica extrapolar las categorías del trabajo de la
Escuela de Frankfurt hacia los términos que dan forma y enriquecen a la teoría
y la práctica educativa radical, debido a su amplitud conceptual, como a sus
falencias propias de cualquier teoría, hemos seleccionado específicamente solo
algunos términos que sin ser aplicados a rajatabla, atraviesan la praxis
educativa radical y sobre los cuales buscamos asentar nuestro trabajo de
teorización sobre el paradigma del Buen Vivir. Nos estamos refiriendo concretamente a cinco
ejes transversales, que beben tanto de las fuentes de Frankfurt, como de la
pedagogía Freiriana; crítica a la racionalidad positivista, conocimiento
radical, concepción crítica de la teoría, reconstrucción crítica de la teoría
de la cultura y, finalmente, al análisis de la psicología profunda.
El
Buen Vivir no es, entonces, un desarrollo alternativo más dentro de una larga
lista de opciones, sino que se presenta como una alternativa a todas esas
posturas. Sus avances más importantes
han tenido lugar en Bolivia y en Ecuador.
Se trata de una idea plural que sigue en construcción y en discusión,
pero no sólo en estos países andinos, lo cual es valioso, pues este proceso
dialéctico se lleva a cabo a un nivel más amplio, como expresión del
reconocimiento planetario al aporte que puede hacer este “nuevo” paradigma a la
búsqueda de caminos de salida al mal desarrollo de la modernidad.
El Buen
Vivir surge como una propuesta crítica
desde la periferia, tanto geográfica, como política y académicamente, pues aquellos
que desde la larga noche colonial fueron exiliados de lo que ancestralmente fue
suyo, son los que escuchan el clamor de sus hermanas, hermanos, y el de la
Pacha mama, y se interesan aún ahora por resistir con firmeza a la vorágine
globalizadora-capitalista. Las bases del
desarrollo son cuestionadas incluso, cuando
la razón instrumental –logos occidental-, ha dejado de ser entendida
como la fuente absoluta y única para acceder al conocimiento, cuando se ha
criticado al positivismo y a su supuesta objetividad y neutralidad
científico-política, cuando hemos entendido que los privilegios que nos concede
la técnica no son democratizados en igualdad de oportunidades para todos los
ciudadanos del mundo, sino que todo lo anterior está intencionalmente organizado
para mantener el poder y finalmente los recursos entre las estructuras que a lo
largo de la historia albergaron solamente a los que están arriba. El sumakawsay aparece anclado en el legado
histórico de los pueblos andinos, en sus prácticas cotidianas, en su sabiduría
práctica. Se nutre de los aprendizajes,
de las experiencias y de los conocimientos de las comunidades indígenas”, que
como dijimos anteriormente, fueron relegadas, consideradas de menor valor, solamente
folklóricas, pero que hoy, en sus procesos de resistencia, se siguen
construyendo y reconstruyendo para proponernos caminos hacia nuevos proceso
planetarios, reconociendo que su sabiduría tiene un vasto valor, así como las
incontables sabidurías de los pueblos ancestrales de La Tierra, que les ha
permitido mantener equilibrios holísticos y solidarios, generadores de vida, y
de comunidad, mientras que el dualismo occidental ha carecido de todo esto, con
todas sus pretensiones de validez racionales.
Podríamos
concluir diciendo que tanto la pedagogía crítica como el paradigma Sumakawsay,
convergen dialécticamente en varios puntos importantes. Uno de
ellos es el fin común de construir y buscar caminos por los cuales puedan
transitar en unidad y en armonía los seres humanos y la naturaleza como un solo ser en
construcción.
Además, se presentan como una crítica
al sistema global neoliberal-capitalista.
Reconocen que las estructuras positivistas, racionalistas,
cientificistas que se reproducen culturalmente en la sociedad y en la escuela
pertenecientes a este paradigma, tienen grandes limitantes, por las dicotomías
y exclusiones que ellas ocasionan.
Entonces bien, tanto a la pedagogía crítica, como al Buen Vivir, además
de importarles la crítica a todo este modelo deficiente, proponen caminos de
salida alternativos, más humanos y solidarios, cooperativos, tiernos,
holísticos y de acogida hacia los más débiles.
Eh ahí su más importante relación, y es justamente hacia allá, por donde
queremos caminar y contribuir con la problematización teórica sobre la
convergencia entre estos dos temas de crítica y aporte a la construcción de
nuevas conciencias ciudadanas, espacios públicos, procesos político educativos,
no siempre formales, etc.
No hay comentarios:
Publicar un comentario