Mirar con
nostalgia hacia atrás procurando que los jóvenes y las realidades de hoy sean
como fuimos en el ayer es tiempo perdido, y a la vez una injusticia. Es tiempo perdido porque queramos o no, todos
estamos en constantes cambios acelerados, y nunca vamos a regresar al ayer. Ahora bien, es una injusticia porque, aunque
los cambios desestabilizan todas las instancias de la vida social, entre ellas
a la familia, a la Iglesia y a la escuela creándonos confusión, también es
cierto que estos mismos cambios traen consigo una infinidad de mejoras, de
retos y de nuevos valores que emergen globalmente en la modernidad líquida que
estamos viviendo, y que por lo tanto son también soplos del Espíritu que
renuevan constantemente la faz de la Tierra.
Si por un lado decimos
que los jóvenes de hoy en día son diferentes entre sí, diferentes a las
anteriores y que no vivencian los valores tradicionales, debemos decir también
que por otro lado muchas “juventudes” muestran una sensibilidad y respeto admirables
frente a la ecología, a la equidad de género, a la pluralidad cultural-étnica,
a las diferentes opciones sexuales, al valor del individuo como sujeto de
derechos y de decisiones, etc. Esto nos
muestra que hablar de ausencia de valores entre los jóvenes es un error. Más bien el imperativo y el camino para los
procesos educativos actuales es el diálogo, el consenso, la ética mínima, para
que todos nos permitamos inter-relacionarnos con humildad y aprender en la
diferencia. Pues a los que hemos vivido
un poco más nos hace falta también aprender.
Entonces nos apoyamos en nuestra sabiduría ancestral para invitar a
todos los miembros de la Unidad Educativa a ABRIRSE AL DIÁLOGO, A APRENDER Y
SENSIBILIZARSE JUNTO AL OTRO, A SENTIRSE PARTE DE UN MISMO PROYECTO. Pues desde
la perspectiva andina no existen dualismos ni divisiones infranqueables, sino
coexistencia de los distintos o contrarios aportándose mutuamente: Sol-Luna o
Inti-Killa, Pachacamack-Pachamama o Dios Padre y Madre, Anciano-joven o
Huayna-Machu, Hombre-Mujer o Kgari-Warmi.
Solo de esta manera se mantiene el equilibrio y se genera vida entre
todos los hijos e hijas de la Madre Tierra (SUMAKAUSAY).
Con este
presupuesto la UELI-Q les da a todas y a todos la bienvenida a un año de nuevas
luchas y de construcciones, de sueños solidarios, humanos y cristianos. Pues creemos que es el momento de aprovechar
las nuevas sensibilidades y valores de nuestros estudiantes, para llevar a cabo
procesos de enseñanza-aprendizaje mutuos, nuevos proyectos pedagógicos que
generen vida en armonía para nosotros y para los demás. De esta manera, las
autoridades y docentes estamos abiertos a aprender con criticidad las novedades
que nos aportan nuestros chicos. Pero a
la vez preparados con profesionalidad y mística a compartir nuestros valores
ancestrales, familiares y espirituales y nuestros altos conocimientos
académicos con los jóvenes que nos son confiados por Dios y sus padres. Pues
queremos que juntos, como UELI-Q, asumamos en solidaridad y sin miedo los
nuevos retos y oportunidades que nos exigen: nuestro sistema Educativo, la
sociedad y el Planeta, y a través de ellos nuestro Dios que es Padre y Madre,
de justicia, liberación y ternura.
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