martes, 11 de diciembre de 2012

¿CUÁL ES EL APORTE DE LA FE Y DE LAS RELIGIONES A LA HUMANIDAD?


            El tema a simple vista suena bastante contradictorio para unos, para otros polémico y como siempre, para otros suena otro asunto insignificante.  Con estas realidades vamos a tratar de abordar esta ponencia.  En primer lugar debemos reconocer que las religiones han sido tanto causa de: altruistas y heroicas proezas liberadoras de la humanidad, como de deplorables y deshumanizantes opresiones y muertes.  Incluso el día de hoy, en aquellos lugares en donde no llega ni el Gobierno, ni ninguna entidad pública o privada llegan las organizaciones solidarias, asistenciales de las distintas confesiones religiosas, con sus adeptos dispuestas a dar hasta la vida por sus hermanos y hermanas.  Así también, incluso entre las organizaciones más criminales del mundo están implicados creyentes y líderes religiosos, que ocupan la fe y la religión como el opio para mantener dormido al pueblo.  Pero aunque todo esto sea cierto, queremos aquí, en honor al tiempo, responder cuál es el aporte y reto que las religiones pueden hacer hoy a la humanidad, para lo cual recurriremos al análisis académico, filosófico, etimológico, entre otros.

Iniciemos reconociendo el valor anemnético de la fe.  Según Juan Bautista Metz, teólogo fundador de la Teología Política, corriente precursora de la Teología de la Liberación Latinoamericana, el valor que tiene ha tenido la fe a lo largo de la historia es el recuerdo subversivo.  Con recuerdo subversivo nos referimos a la fuerza histórica que han tenido los diferentes fundadores o personajes de la revelación de Dios en las diferentes religiones.  Si nos ponemos a pensar, Jesús, Mahoma, Juan el Bautista, T’unupa, hijo del dios supremo Wiraqucha (entre los Incas), Mao, Gandhi, etc, han sido personajes religiosos pero a la vez políticos, que han desestabilizado el poder de los que han abusado con él de los más débiles.  Entonces, el recuerdo de todos estos personajes y de los mártires dice Metz, es subversivo, pues si ellos en condiciones mucho más adversas que las nuestras pudieron luchar por la Vida y el amor confiando en Dios y en los otros, con muchas más razón nosotros podemos luchar en contra de las injusticias y de los injustos, tomando las fuerzas de la fe y del amor.  Es este uno de los aportes fundamentales que ha dado la fe y por ende las religiones a la historia de la humanidad, y lo sigue dando, por supuesto que a aquellas mentes que han decidido y podido escapar del condicionamiento y la opresión que las mismas religiones han propiciado.

Así debemos decir que la palabra Fe, viene del término latino fidei, cuyo similar en griego es pistew,  y significa creer algo que alguien nos dice, pero es importante resaltar que, ese alguien tiene que ser una persona con autoridad para el pueblo, por lo tanto debe ser alguien de confianza, reconocido como tal por su gente.  Ahora bien, debemos resaltar que la fe es propia del ser humano, de todos, ya que no podemos vivir sin ella.   La fe es intrínsecamente humana, pues todos los seres humanos debemos confiar a lo largo de nuestra vida en muchos “algos” que nos dicen muchos “otros” seres humanos.  Debemos confiar por ejemplo, en la veracidad de: la receta que nos da un doctor, del análisis del psicólogo, del conocimiento compartido por el maestro, en la profesionalidad del taxista, del albañil, etc… Nadie puede vivir sin fe, al menos debe confiar en alguien.  Esta experiencia es ya una realidad que nos vincula inevitablemente con una realidad trascendente, es decir, con algo que va más allá del momento y del lugar físico en el que nos encontramos.  Pero además debemos decir que, desde nuestro punto de vista antropológico, el ser humano posee una dimensión espiritual como parte y necesidad básica de su humanidad, y por lo tanto le es propia la trascendencia.  Queremos decir con esta dimensión que todos, lo queramos o no, seamos conscientes o no, tenemos la necesidad de expresar nuestra natural vinculación con el Otro (con mayúsculas), que puede ser entendido por unos como: el amor, la fuerza creadora y unificadora del cosmos, como Dios, Jesús, Alá, YHVH, Pachacamac, Pachamama, etc…, pero de una u otra forma necesitamos expresar esa vinculación a lo largo de nuestra vida.  Más adelante explicaremos este asunto.

            Ahora bien, si todos somos de cierta forma hombres y mujeres de fe, como lo expresamos anteriormente, y transcendentes por antonomasia, es decir que la trascendencia nos es propia como seres humanos, entonces nos es propia la religación, o religión también.  Pues la palabra religión viene de los términos religare y re-eligere.  El primero quiere decir vincular, religar.  El segundo hace referencia a volver a elegir.   Aquí empata muy bien el primero, es decir vincular o religar a los seres humanos entre sí, con la Pacha Mama, Gaia, o con su trascendente inmensidad, complejidad y belleza.  Estamos hablando de una religión natural, por decirlo así, pues todos creamos o no en Dios, somos parte del complejo conjunto de inter-retro-relaciones generadoras y vinculadoras de vida, amor y cooperación.  Más allá de nuestros credos o ausencia de ellos, todos estamos vinculado con todos y con todo, hagamos lo que hagamos afectamos al universo, y somos afectados por cada miembro de éste. 

Ahora bien, podemos ya comenzar a hablar de religión, luego de haber explicado que este concepto, aunque no es sinónimo de fe, está ubicado muy de cerca con él. Hoy en día al conversar con mucha gente a cerca de las religiones resulta varias veces insípido.  Si bien es cierto, existe respeto y tolerancia -más en los jóvenes-, pero el diálogo que sigue es muy pobre.  “Todas las religiones son lo mismo, nos llevan al mismo Dios pero con nombres y formas distintas…” Esto hemos escuchado casi siempre entre los “más abiertos y ecuménicos” y el diálogo termina ahí.  ¿Será que este discurso resulta a final de cuentas valioso, e incluso justo?  Otra postura algo común es la siguiente: “Yo creo en Dios pero no creo en ninguna religión, porque los pastores, curas, monjas…”  Entonces bien, vemos que este fenómeno es parte de la influencia global ¿posmoderna?, inundada de subjetivismo, relativismo, esoterismo, y no podemos dejar de mencionar el toque de sincretismo del ambiente.  Con lo que hemos dicho hasta ahora buscamos abrir el panorama para despertar interrogantes y dudas entre los lectores, y así generar conocimiento.

                Recordemos que religión hace referencia a los términos religare y re-eligere.  Religare quiere decir vincular, religar.  Re-eligere hace referencia a volver a elegir.  Hablemos ahora ya de la segunda connotación, es decir de re-eligere, pues la religión estrictamente hablando requiere de una elección, y de alguna forma de una doble elección.  Es el ser humano quien elige ese estilo de vinculación, pero también creemos que es Dios quien escoge al ser humano. Lo anterior es intrínseco a las religiones, así como el hecho de contar con un conjunto de rituales, ritos y símbolos, pero también el ser capaz albergar a un grupo de personas, y justamente son ellos, los adeptos religiosos, los que determinan si tales o cuales ritos, símbolos, acciones o actitudes corresponden o no a la doctrina y práctica de esa religión. 

El grupo de personas es el que juzga coherente a su personal.  Aquí encontramos mucha riqueza, y además un encuentro más real con la trascendencia.  Éste es uno de los grandes aportes de la fe y de las religiones hoy, el compromiso, perseverancia y tolerancia que éstas generan entre los miembros de su grupo.  Valores tan necesarios hoy, y que no se pueden aprender si no es en la práctica con los otros.  Porque es muy fácil tener una religión o un Dios personal, porque así nadie nos cuestiona nada. Nadie critica ninguna de nuestras actitudes, y por lo tanto podemos manipular a nuestro antojo la imagen de dios que por el momento nos sirve (fetichismo).   Podemos realizar yoga, mantras, ejercicios zen, pero sin ser parte de ningún grupo, porque queremos evitar cualquier tipo de compromiso real y nos contentamos egoístamente en “encontrarle a dios para vivir en un ambiente de paz y tranquilidad”.  Si bien es cierto esto responde a la necesidad de mística y espiritualidad propias del ser humano, que habíamos dicho antes, y por lo tanto suscitar cierto encuentro con Dios, pero ¿realmente es esto válido cuando el mundo de hoy requiere gente que se comprometa con el cambio?  ¿Es válido evitar un compromiso con un grupo de personas porque sus representantes cometen muchos errores premeditados? ¿Es válido vivir mi fe en la soledad, porque no soy capaz de tolerar los pensamientos y sentimientos de los otros?

                Otro aporte claro que pueden hacer las religiones hoy es colaborar con su carga trascendente para construir un proyecto de una ética mundial, como nos dirá el famoso Filósofo y Teólogo Alemán Hans Küng.  Es decir, dar cada una lo mejor de sí, su gente, sus recursos, su solidaridad y mística para aportar hacia un mundo más humano y solidario, en donde los dogmas y moralidades queden a un lado, y la vida humana sea privilegia y defendida como se merece.  Difícilmente podríamos hablar de inculturación el día de hoy, pero sí de un compartir interreligioso. Dialogar mutuamente para aportar lo mejor humana y espiritualmente para nuestro mundo.  Realmente a Dios lo podemos encontrar de mil formas, y de seguro que las religiones son una de ellas, siempre y cuando ninguna se crea absoluta o única, y si a la vez provocan una búsqueda que se genere un impacto positivo en la realidad y en las personas concretas.

            Hablemos también de la sencillez y humildad, como dos valores que las religiones nos pueden enseñar hoy, en un mundo en donde se privilegian otros valores, como la competencia y el egoísmo. Ahora bien, experimentar a Dios no puede ser un momento individual.  Es un proceso, pues implica tres pasos, el primero es darle un nombre o un concepto a Dios, el segundo es reconocer que ese nombre no es Dios sino solo una imagen de él, y por lo tanto menos de lo que Dios es, y, finalmente en el tercer paso, aunque reconocemos que es necesario identificara Dios con imágenes hechas por nosotros, tomamos en cuenta a la par que esa es la única manera de acercarnos humanamente desde nuestras limitaciones a Dios.  De esta forma nos percatamos de nuestra gran capacidad de universo, pero también de nuestras grandes limitaciones, y así enseñamos el valor de la sencillez al reconocer que por más sabios y grandes que seamos no podemos llegar nunca a la verdad absoluta, y que es mejor escuchar con humildad otros puntos de vista, que creer que el nuestro es el único y mejor.

Finalmente mencionaremos otros valiosos aportes que los que tenemos fe, podríamos hacer a la humanidad, y ese es nuestra capacidad de mirar más allá lo material y de reconocer más razones válidas que la racionalidad, que lo empírico y lo comprobable con leyes y teorías científicas, para entender el Universo.  Nos es propio, o por lo menos, nos debería ser propio reconocernos parte de un planeta y de un Universo vivos, (la ecología)  que siguen en expansión, creciendo en tantas dimensiones y realidades que nos es imposible comprenderlo solo como una máquina prediseñada para cumplir cuatro funciones básicas, y valorar más bien, como una de nuestras principales misiones, las diferentes maneras de vincularnos, religarnos con las realidades, mediante experiencias espirituales y afectivas, como el amor, la ternura, la solidaridad, la cooperación, etc.  Por lo tanto estamos valorando también la interculturalidad, en donde Dios no solo se manifiesta a una única etnia o cultura, sino que se hace presente en el diálogo entre hermanos de diferentes culturas y etnias.  Además valoramos los diferentes saberes, pues reconocemos que no son absolutas entonces, ni la racionalidad y ciencias occidentales, y son igual de valiosas las experiencias, ritos y reflexiones de los incas, montubios, mayas, tutsis, zen, etc.

Como conclusión podríamos decir que más que una exigencia a vivir o a ser parte de una religión, el aporte es una invitación a vivir todos los seres humanos en religación mutua, con la Tierra y con la Trascendencia, en donde valoremos la dimensión femenina del mundo y de cada ser humano.  La dimensión femenina es nuestra capacidad de apertura y acogida a lo diverso, más necesitado de solidaridad y diferente, y que por lo tanto nos enseña a vivir en comunidad, con los valores de tolerancia, respeto, compromiso político y social, a valorar lo ritual y los sentimientos que brotan de cada corazón de los seres humanos y de cada rincón del Planeta, pues somos intrínsecamente hermanas y hermanos, vinculados, y parte de la vida misma que es un gran rito de amor y cooperación.

Gracias

miércoles, 3 de octubre de 2012

Patriotismo hoy???


Triunfaron las armas nacionales comandadas por García Moreno, quien tomó a su cargo la defensa de la integridad territorial contra la invasión peruana secundada traidoramente por el General Guillermo Franco. El día 24 de septiembre de 1860, al culminar con la toma de Guayaquil, una de las más brillantes y notables campañas de la historia ecuatoriana, que restauró la unidad nacional, la independencia y el honor de la República.
 
A raíz de aquella gloriosa gesta militar, García Moreno decretó el 26 de septiembre de 1860, el uso de la Bandera Tricolor como símbolo oficial y sagrado de la patria, pues hechos de esta naturaleza deben vivir en la memoria de los ecuatorianos, para mantener latente el fuego del patriotismo y los sentimientos de unidad entre todas las regiones de la patria.  Entonces el Congreso Nacional acuerda, colocar a su nombre una placa conmemorativa del mismo hecho histórico en el monumento que la gratitud del Ecuador erigirá a García Moreno en Guayaquil.  Además declara el 26 de septiembre de cada año como Día de la bandera nacional, debiendo izarse obligatoriamente ésta, tanto en los edificios públicos como en los particulares.

Estimadas compañeras y compañeros, y todos quienes hacemos el país y la Unidad Educativa:
El día de hoy conmemoramos un año más de una gloriosa gesta patriótica, pero para la mayoría de nosotros, ya en la práctica, es otro día más.  Por esta razón, en este momento no analizaremos lo importante de este día cívico, ni tampoco compartiremos con ustedes una melancólica reflexión, de cómo deberíamos ser los estudiantes de nuestra patria, o de qué es lo que deberíamos sentir, o del cómo actuaban los estudiantes de nuestra Institución años atrás.  Analizaremos más bien, algunos por qués de nuestra actitud actual, y por lo tanto, de nuestra falta de memoria histórica.  Nos es inevitable hablar para este fin, de la gran influencia de la Posmodernidad que absorbemos por los poros en nuestras vidas, por lo cual explicaremos a breves rasgos este término:

La posmodernidad es un conjunto de nuevos fenómenos sociales, culturales, políticos, religiosos, artísticos y filosóficos, que nacen como un rechazo a los valores tradicionales en todos estos ámbitos y en otros más, privilegiando lo momentáneo por sobre lo eterno, lo diverso, subjetivo y plural por sobre lo reglamentado, objetivo y tradicional.   Entonces es momento de: cuestionarnos en primer lugar si lo moral o tradicional es siempre lo más correcto y humano, y de descubrir entonces que no siempre es así, y que muchas veces es lo ético, es decir, la puesta en práctica de ciertos valores que hoy en día sí responden a las nuevas y diversas realidades que vive la humanidad, el camino para construir una cultura de paz y una humana sociedad.

No estamos diciendo que debemos dejarnos llevar por la avalancha posmoderna y acoplarnos en todo, a lo que ella trae consigo.  Estamos diciendo más bien, que debemos dejarnos cuestionar por ella, que mucho de bueno puede traernos, como el gran valor que le asigna al individuo, a la vida y a la diversidad, pero también debemos ser capaces de cuestionarla en la práctica y de ser críticos con ella.  

Démonos cuenta por ejemplo, que el patriotismo, lo castrense, lo sagrado de los límites territoriales no son valores de la actualidad, y como dijimos antes, son más bien rechazados por las culturas actuales, y más por las juveniles.  Claro que esto tiene su gran valor también, puesto que lo patriótico y castrense ha estado asociado siempre con la delimitación y expansión de territorios, con las luchas sangrientas e injustas, donde el más fuerte ha pasado siempre por sobre el más débil, e incluso la historia hegemónica, registra únicamente las proezas desde el punto de vista de los vencedores, haciéndolos a éstos héroes, y a los otros, a los vencidos, a los que injustamente han sido tratados, marginados, raros y bárbaros. Incluso en los relatos se les ha relegado a un par de nombres sin valor alguno, que nadie los recuerda.  Lo que queremos decir es que en nuestro inconsciente colectivo, con influencias  posmodernas, le somos indiferentes o en otros casos contrarios explícitamente al patriotismo tradicional y a todos sus símbolos, por que nos religan con tales atrocidades, pero además porque a lo político le hemos asociado la politiquería, el robo, y la imposición.  De ahí que para nosotros y para muchas culturas urbanas y juveniles de la actualidad, tenga tanta primacía por sobre lo patriótico y partidista, lo ecológico y lo artístico, dos nuevos valores de la sensibilidad posmoderna,  y que prefiramos ser ciudadanos del mundo, sin límites geográficos, a ser los clásicos miembros del tradicional barrio de la ciudad.

Ahora bien, y como decíamos antes, también debemos mostrarnos críticos ante la posmodernidad, tomar en cuenta por ejemplo, que nuestro pueblo, como muchos otros, por influencias de ésta, ha perdido la memoria de los hechos del pasado, y que por lo tanto, corremos el riesgo de olvidarnos que ciertos caminos ya los transitamos antes.  Caminos en los que ya nos robaron, en donde ya está todo planificado para que los mismos de siempre vuelvan a ser vencedores y nosotros los vencidos.  Es allí cuando debemos ser  críticos en la práctica decíamos, es decir, recurrir a las fuentes de información abundantes de hoy, y sobre todo a nuestros ancianos y sabios de nuestras familias, y escucharlos, valorar su conocimiento, su cosmovisión, y su manera cíclica de pensar, pues la concepción del tiempo lineal europea solo es una estrategia para provocarnos amnesia, y evitar así el recuerdo de lo que ya nos hicieron. Recordemos entonces que SOLO UN PUEBLO QUE CONOCE SU PASADO, PUEDE CONSTRUIR SU HISTORIA LIBRE EN EL PRESENTE, y así sabremos romper las cadenas, pues sentimos correr por las venas del Gran Sucre su sangre y valor.


domingo, 22 de julio de 2012

“Nada hay mas importante que la educación de la niñez y la juventud, porque de ella depende toda la vida.” Juan Martín Moye



                  Mirar con nostalgia hacia atrás procurando que los jóvenes y las realidades de hoy sean como fuimos en el ayer es tiempo perdido, y a la vez una injusticia.  Es tiempo perdido porque queramos o no, todos estamos en constantes cambios acelerados, y nunca vamos a regresar al ayer.  Ahora bien, es una injusticia porque, aunque los cambios desestabilizan todas las instancias de la vida social, entre ellas a la familia, a la Iglesia y a la escuela creándonos confusión, también es cierto que estos mismos cambios traen consigo una infinidad de mejoras, de retos y de nuevos valores que emergen globalmente en la modernidad líquida que estamos viviendo, y que por lo tanto son también soplos del Espíritu que renuevan constantemente la faz de la Tierra.
                  Si por un lado decimos que los jóvenes de hoy en día son diferentes entre sí, diferentes a las anteriores y que no vivencian los valores tradicionales, debemos decir también que por otro lado muchas “juventudes” muestran una sensibilidad y respeto admirables frente a la ecología, a la equidad de género, a la pluralidad cultural-étnica, a las diferentes opciones sexuales, al valor del individuo como sujeto de derechos y de decisiones, etc.  Esto nos muestra que hablar de ausencia de valores entre los jóvenes es un error.  Más bien el imperativo y el camino para los procesos educativos actuales es el diálogo, el consenso, la ética mínima, para que todos nos permitamos inter-relacionarnos con humildad y aprender en la diferencia.  Pues a los que hemos vivido un poco más nos hace falta también aprender.  Entonces nos apoyamos en nuestra sabiduría ancestral para invitar a todos los miembros de la Unidad Educativa a ABRIRSE AL DIÁLOGO, A APRENDER Y SENSIBILIZARSE JUNTO AL OTRO, A SENTIRSE PARTE DE UN MISMO PROYECTO. Pues desde la perspectiva andina no existen dualismos ni divisiones infranqueables, sino coexistencia de los distintos o contrarios aportándose mutuamente: Sol-Luna o Inti-Killa, Pachacamack-Pachamama o Dios Padre y Madre, Anciano-joven o Huayna-Machu, Hombre-Mujer o Kgari-Warmi.  Solo de esta manera se mantiene el equilibrio y se genera vida entre todos los hijos e hijas de la Madre Tierra (SUMAKAUSAY).
                  Con este presupuesto la UELI-Q les da a todas y a todos la bienvenida a un año de nuevas luchas y de construcciones, de sueños solidarios, humanos y cristianos.  Pues creemos que es el momento de aprovechar las nuevas sensibilidades y valores de nuestros estudiantes, para llevar a cabo procesos de enseñanza-aprendizaje mutuos, nuevos proyectos pedagógicos que generen vida en armonía para nosotros y para los demás. De esta manera, las autoridades y docentes estamos abiertos a aprender con criticidad las novedades que nos aportan nuestros chicos.  Pero a la vez preparados con profesionalidad y mística a compartir nuestros valores ancestrales, familiares y espirituales y nuestros altos conocimientos académicos con los jóvenes que nos son confiados por Dios y sus padres. Pues queremos que juntos, como UELI-Q, asumamos en solidaridad y sin miedo los nuevos retos y oportunidades que nos exigen: nuestro sistema Educativo, la sociedad y el Planeta, y a través de ellos nuestro Dios que es Padre y Madre, de justicia, liberación y ternura.

domingo, 8 de abril de 2012

Los jóvenes no existen!



            El título de nuestra obra manifiesta nuestra disconformidad con el uso indiscriminado y generalizado de la categoría jóvenes.  A simple vista es inofensiva, pero expresa ante aquellos ojos y oídos críticos, el dolor que se impone de una u otra forma en la historia, sobre aquellas y aquellos que han sufrido la carga de la estigmatización y el adultocentrismo, al ser la parte más débil de las luchas de poder que explicaremos a continuación.  Preferimos usar la categoría juventudes, para nuestra exposición, puesto que el concepto jóvenes no existe en la praxis.  Carece de solidez empírica y sustento teórico, y nos lleva inevitablemente a tomar una postura esencialista, y por lo tanto, a invisibilizar la pluralidad de realidades que lo desbordan.  Es decir, a ocultar bajo el techo de la condición etérea, que las juventudes son distintas siempre, así como aquéllos que pertenecen a éstas, e incluso aquéllos que no pertenecen a ninguna, ya por opción o por el imperativo de la exclusión social.  Por todo esto presentamos, una breve reseña histórica del estudio académico de las juventudes, así como del surgimiento de las bases culturales y sociales que posibilitan  la condición juvenil en occidente.  También queremos hablar de algunas características propias de la sociedad tecnologizada, de la que participan por su puesto, como pioneras las generaciones nuevas; es decir, de la inter-convivencia continua en dos dimensiones: la virtual y la real, y de la mano de esta característica analizaremos el nacimiento de un nuevo conocimiento que le hemos denominado simulador. 
Haciendo una breve reseña histórico-académica diremos que, “El estudio antropológico de la juventud surge, hacia 1928 en dos escenarios diferentes: el debate naturaleza-cultura en las sociedades primitivas y la cuestión de las nuevas patologías sociales en las sociedades urbanas.”[1] Pero es precedido por un trabajo del psicólogo norteamericano G. Stanley Hall, quien es el primero en tratar, desde el plano académico, a la adolescencia.  Este estudio es importante, ya que presenta a la adolescencia desde los 12 a los 22-25 años, y le caracteriza por ser una etapa de turbulencia y de transición que se traduce en un comportamiento de tempestad y estímulo.  Citamos el trabajo de Hall, en el que se dice que “la juventud es por naturaleza una etapa de moratoria social e inestabilidad emocional, previa a la adultez.”[2], porque ese es el estereotipo de las características de los jóvenes que tenemos hasta hoy.  Además es importante mencionar que, la juventud tal y como la conocemos hoy en occidente, es una invención de la posguerra, que “hizo posible el surgimiento de un nuevo orden internacional, en el que los vencedores tienen acceso a grandes estándares de vida e imponen sus estilos y valores.”[3]  Se configura un marco jurídico en el que se reivindica la existencia de los niños y los jóvenes como sujetos de derecho.  Se experimenta un crecimiento de las esperanzas de vida,  y a la par los jóvenes son retenidos por las instituciones educativas por más tiempo, para prolongar el relevo y la inserción en el campo de la producción.  Con todo esto, surge la estructura industrial de alcances insospechados hasta ese entonces, destinada al consumo exclusivo de los más jóvenes.[4]
Una de las consecuencias de lo anterior, es la invisibilización de las realidades de opresión a la que se ven expuestas las juventudes empobrecidas, que de ninguna manera tienen acceso a los privilegios de la moratoria social, como no lo tienen al conocimiento, ni a la tecnología, a las que sí tienen acceso las clases medias y altas. Carlitos de 16 años, trabaja lustrando botas en las afueras del Mercado Central de Quito, es el sostén económico y afectivo de su madre y de sus dos hermanitas.  ¿Podríamos decir que Carlitos tiene el espacio para experimentar la turbulencia, la búsqueda incesante de estímulos afectivos, y que se encuentra en una etapa de tránsito, es decir, preparándose para un futuro mejor?  ¿Podríamos decir que, por el hecho de tener 16 años, Carlos debe ya ser incluido en el grupo de los jóvenes con todos los atributos performativos, administrados por los aparatos ideológicos del sistema?  Obviamente la respuesta es negativa, y por lo tanto nos unimos a Valenzuela al decir que, para Carlitos, como para la gran mayoría de los llamados jóvenes, el futuro ya fue,  pues “sus proyectos de vida quedaron olvidados, les expropiaron la esperanza.  Las marcas ya están inscritas en sus vidas, en sus cuerpos, en sus carencias, en sus ritmos de envejecimiento, en sus expectativas, en sus escenarios disponibles.”[5].
Otra consecuencia terrible es la estigmatización, especialmente por parte de los medios de comunicación, los cuales reproducen o contribuyen a la creación de estereotipos, presentando una débil diversidad temática a la hora de referirse a las personas jóvenes.[6]  El periodismo informa, con lo cual da forma a la realidad, escribe e inscribe en el mundo, a la vez que genera relaciones y constituye un referente para imaginar colectivamente la sociedad que producimos.[7]  Por eso presentamos un cuestionamiento ético a los medios de comunicación, cuando, al cumplir con su labor de escribir el mundo, lo hacen estableciendo una relación directa entre “ser joven” y un comportamiento potencial o activamente delincuencial.[8]  Ahora bien, diremos que el daño estigmatizador es doble.  Por un lado, es un proceso difamatorio, que va en contra de la dignidad y la necesidad de reconocimiento de las personas, pero además, y por otro lado, es un proceso de encasillamiento, que condiciona a los sujetos estigmatizados a actuar con las características que les confiere el estigma, y que sigue alimentando, en un círculo vicioso, la estigmatización.  Aquí nos sirve como ejemplo el caso de los miembros de las pandillas o maras, quienes en la gran mayoría de los casos, actúan violentamente para granjearse al menos de esa manera, el respeto y el reconocimiento que la estigmatización les confiere ante la sociedad, pues experimentarlos es una necesidad afectiva básica en la vida de todos los seres humanos.[9]
La frontera entre juventud y vejez en todas las sociedades es objeto de lucha.  La representación ideológica de la división entre jóvenes y viejos otorga a los más jóvenes ciertas cosas que hace que dejen a cambio a los más viejos otras muchas.  Esta lógica que, se da en otros casos como en las luchas de género, nos recuerda que en la división entre jóvenes y viejos lo que prima es la cuestión del poder, de la división de poderes y roles en la sociedad.[10]  Ahora bien, debemos reconocer que, aunque “jóvenes” y “viejos” ocupan diferentes estrategias y juegos para alcanzar el poder, es innegable que los que detentan el poder, así como los aparatos ideológicos y represores del estado y del sistema, son los viejos.[11]  Eso concede privilegios a los adultos, como poner las reglas del juego para designar de acuerdo a sus intereses lo que es el orden y el desorden, lo que es natural para los unos y para los otros, y lo que no.  Estamos hablando de la complejidad del adultocentrismo, porque en esta lucha, la mirada de los adultos es la más generalizada y oficial, desde la que se impone lo bueno y lo moral, y desde donde se intenta vigilar y castigar a los que se salen de este orden y de esta paz parcializada, para que vuelvan al supuesto cauce natural de las cosas.  El adultocentrismo generaliza la mirada del mundo que tienen los adultos, por eso la escolarización con sus uniformes, posturas y condicionamientos,[12] que es en el fondo un proceso de biopoder, de acoplamiento incluso corporal hacia la sociedad adulta, “donde sí se es parte de la vida real”.  Por eso la sociedad adultocéntrica ejerce la descalificación de determinados sujetos desde los medios de comunicación –y desde otras instancias- y tiene como mecanismo semiótico la criminalización de la protesta política. La paz (o su discurso ideológico de “no alteración al orden”) es una forma de ocultar la violencia simbólica existente desde las instituciones formales y discursos cotidianos y a la vez, emerge como una forma de evitar las expresiones de biorresistencia.[13]
Con todo lo analizado, podemos dar paso al estudio de las relaciones de las juventudes ante la tecnología.  Primero diremos que, a pesar del adultocentrismo y sus estereotipos, las realidades virtuales y tecnologizadas de las que participan ciertos sectores juveniles con intensidades distintas, son solo el reflejo de una sociedad virtual y tecnologizada. No son los jóvenes los virtuales y tecnologizados, es la sociedad, así como no son los jóvenes los exclusivos consumistas de lo juvenil.  Más  bien creemos que la sociedad vive la cultura de la juvenilización y la virtualidad, donde  no hay productos exclusivos por edades; ni en vestuarios, ni en música, ni mucho menos en tecnología.  Entonces es importante reconocer, que las juventudes, a pesar de ser el reflejo de la sociedad, constituyen el punto de emergencia de una cultura a otra, y son el punto de inflexión y resquebrajamiento primero.[14]  A lo mejor porque son los constructos sociales más sensibles a los cambios, en quienes se inicia la experimentación del marketing, la presión de la industria y el consumo, aunque son los que menos capacidad adquisitiva tienen, por lo tanto, son los primeros en manifestar los síntomas de la esquizofrenia del desfase del consumo.  Con lo anterior nos referimos a la frustración que se genera por las altísimas expectativas que el Capital presenta como ideal, y  las bajísimas posibilidades, de las que el mismo nos permite participar.
Partiendo de que todas las culturas están hechas de procesos de comunicación, y que todas las formas de comunicación se basan en la producción y el consumo de signos analizamos los conceptos de Virtual y de Real, con el fin de aclarar lo que deseamos expresar: Por un lado Virtual: idea o representación previa, formada por variables, que dramatizan con anterioridad lo que se va llevar a la praxis en lo real. Y por otro, Real: que tiene existencia verdadera mediante elementos corpóreos.  La realidad, tal como se experimenta, siempre se percibe a través de símbolos que formulan la práctica con algún significado que se escapa de su estricta definición semántica.  Es decir, siempre percibimos la realidad solo por medio de la idea (virtual) que nos hacemos de ella, con influencias de la sociedad y de nuestra estructura psicológica.  

En la nueva era de la comunicación podemos presenciar en directo la creación de la historia, siempre que se estime lo bastante interesante por los controladores de la información.  La atemporalidad del hipertexto de los multimedia es una característica decisiva de nuestra cultura.  Apoyándonos en Libniz decimos que el tiempo es el orden de la sucesión de las cosas así que, sin cosas, no habría tiempo.  Por tanto, el tiempo atemporal se da cuando en un contexto determinado se provocan cambios, podrían ser a modo de ensayo, sin que éstos afecten el tiempo y el espacio real de otros contextos.

Al hablar de conocimiento virtual experimentamos algunos desafíos, uno de ellos es desprejuiciarnos.  Pues desde la perspectiva de los “transmisores” del conocimiento formal, las nuevas formas de la información y del conocimiento son de niveles inferiores.  En la práctica no es así, ya que interpretar un texto en diversos géneros literarios no es de ninguna forma, ni más complejo, ni más completo, que abordar los hipertextos; como los juegos de video en tres dimensiones, con un sinnúmero de estímulos sonoros y auditivos; pues mientras realizamos una acción debemos tomar decisiones en tiempo real.  Otro desafío es la pertinencia del conocimiento, pues ciertamente son necesarias las destrezas para criticar la realidad, pero también son necesarias las destrezas para preparar una reunión encomendada, descargando un video de Youtube, mientras se usa el chat con los compañeros del trabajo para afinar los últimos detalles de la misma, a la par, que se restringe el acceso de ciertos individuos a un grupo de Facebook.  Creemos importantísimo reconocer el valor y la presencia de un nuevo tipo de conocimiento que se sirve de algunos de los otros, pero que no se ajusta completamente en el esquema de ninguno de ellos.  Estamos hablando del Conocimiento que le hemos denominado Simulador, que en las realidades virtuales tenemos que emplearlo.  No hablamos de un conocimiento científico, ni empírico, aunque requiere de pruebas y de leyes, pero tampoco de uno teórico o racional por completo, pues los desborda.  Estamos hablando de las simulaciones, que no son parte del proceso natural de hominización, pero que son importantes siguiendo a Lévy porque “…son un nuevo estilo de razonamiento que no pertenece a la esfera de la deducción lógica ni a la inducción que se deriva de la experiencia.“  La simulación aparece de esta manera como una extensión cognitiva de los modelos mentales. En este sentido, se la considera como un proceso de “imaginación asistida por la computadora” (Computer-Aided Imagination), instrumento que sirve de soporte al razonamiento “mucho más potente que la vieja lógica formal que se fundaba en el alfabeto”.”[15]

Finalmente podemos concluir diciendo que la delimitación del concepto jóvenes, así como el de adultos y otros, no es un asunto biológico y por lo tanto, ni imparcial,  ni apolítico, es más bien todo lo contrario, una lucha sobre los espacios de la sociedad en los que se quiere ejercer el poder.  Para complementar mencionaremos que cada uno de los actores de los juegos de poder utiliza estrategias, con las cuales ganar terreno, una de esas estrategias es la estigmatización y la generación de estereotipos por parte del mundo adulto.  Las instituciones como: la escuela, la familia, las Iglesias, los medios de comunicación, al estar reguladas por los adultos, son las responsables estructurales de reproducir y vigilar que se lleven a cabo estas estrategias para mantener el poder.  Además diremos que las realidades juveniles, consideradas como submundos riesgosos por parte de los Mas Media, son solo realidades de la sociedad en general, de las que participamos, más allá de nuestra edad biológica.  No podemos dejar de señalar que la tecnologización es una realidad nueva, generadora de nuevas dimensiones, conocimientos y subrealidades, que ha borrado las fronteras físicas, y generado identidades transnacionales, pero que a la vez ha agrandado la brecha existente entre los que tienen y los que no.  Así mismo diremos que posibilita nuevas formas de subjetivización de las juventudes como agentes sociales.  Es allí, cuando sabemos que ser joven no depende más que de la cultura, donde radica nuestro compromiso.  Pues existe la posibilidad de: crear nuevas formas con las cuales identificarnos como jóvenes en nuestros contextos, de reunirnos y crear consensos pequeños, que nos lleven al ejercicio de una ética mínima, con la que asumamos políticamente la condición juvenil, como agentes sociales de cambios, que privilegien la solidaridad por sobre el individualismo, la cooperación por sobre la competencia, y hagamos a este mundo más humano.



[1] Feixa, Carlos, ANTROPOLOGÍA DE LAS EDADES,  Biblioteca Virtual de Ciencias Sociales, FLACSO, 2011, s/a, pág. 4.
[2] Cfr., Ídem.
[3] Reguillo, Rossana, LAS CULTURAS JUVENILES: un capo de estudio, breve agenda para la discusión, Revista Brasileira de Educação, s/a, pág. 103.
[4] Cfr., Idem.
[5] Valenzuela, José Manuel, EL FUTURO YA FUE, Socioantropología de los jóvenes en la modernidad, El Colegio de la frontera, México, 2009, pág. 12.
[6] Cfr., Vásquez, Jorge, MIRADAS QUE MARCAN, FLACSO – LA SALLE, 2012, pág. 16.
[7] Ibíd., pág. 15.
[8] Ibíd. Pág. 16.
[9] Cfr., Cerbino, Mauro, JÓVENES VÍCTIMAS DE VIOLENCIA, caras tatuadas y borramientos, FLACSO / Perfiles Lationamericanos 38, México, 2010.
[10] Cfr., Bourdieu, Pierre, LA JUVENTUD NO ES MÁS QUE UNA PALABRA. En sociología y cultura, México, Grijalbo, Conaculta, 2002, págs. 163-164.
[11] Cfr., Althuser, Louis, IDEOLOGÍAS Y APARATOS IDEOLÓGICOS DEL ESTADO, (Pdf)
[12] Cfr., Foucault, Michell, VIGILAR Y CASTIGAR.  NACIMIENTO DE LA PRISIÓN, Buenos Aires, Siglo XXI, 2002.
[13] Op. Cit., Vásquez, Jorge, pág. 46.
[14] Cfr., Barbero, Jesús Martín, JÓVENES: COMUNICACIÓN E IDENTIDAD, Revista de Cultura, Pensar Iberoamericano, OEI, Febrero 2002, Número 0.
[15] Lévy en: Scolari, Carlos, DESFASADOS, Otras Voces, s/a, pág. 20.