jueves, 27 de junio de 2013

GENEALOGÍA DE LAS PEDAGOGÍA CRÍTICAS Y DEL BUEN VIVIR


                  “Por saberes sometidos entiendo… a una serie de saberes que estaban descalificados como saberes no conceptuales, como saberes insuficientemente elaborados: saberes ingenuos, saberes jerárquicamente inferiores, saberes por debajo del nivel del conocimiento o de la cientificidad exigidos… … por la reaparición de esos saberes no calificados y hasta descalificados, por la búsqueda del saber de la gente… se hace la crítica.”
(Foucault, 2010)

                  Cuenca puede ser abordada desde multiplicidades semánticas, de acuerdo a su contexto epistemológico, pero sin querer entrar en precisiones lingüísticas, cuenca significa cavidad.   Yachay, expresión kichwa, que se traduce desde la sabiduría andina, de la cual forma parte el Sumakawsay, como intercambio sensible de saberes.  Con las dos ideas anteriores como premisas, quiero elaborar un silogismo, colocando como su conclusión un significado que probablemente será descalificado por las “oficiales” academias de la lengua y de la historia, pero que es, el que mi sentir de vinculación con esta sagrada tierra ha definido: Cuenca lugar de Acogida.  Pues entre mis diásporas y mis retornos a sus coloniales calles y a sus vivificantes ríos aprendí el gran valor que tiene dar cabida, acoger, albergar. al conocer, al querer, al hacer y al poder, es decir el gran valor que tiene, en palabras de Enrique Dussel, que el otro sea parte mía.
                 
Buenos días con todas y con todos, es un gran honor para mí volver éste hermoso lugar de la Madre Tierra, para compartir por mi humilde y apasionado estudio, enriquecido de incontables malas noches documentales, y de un número aún mayor, de malos días escolares, experimentados en mi actividad docente.

Quise iniciar mi compartir con este ejemplo, aún sabiendo que si analizamos el razonamiento anterior desde la lógica aristotélica, occidental, fácilmente podemos inferir que éste carece de ella; es decir,  que no tiene lógica.  Pues no tiene cuantificadores, no todas las premisas guardan al verbo ser o estar como su relacional, y aunque sí tiene términos mayores y términos menores, carece de un término medio, que permita vincular secuencial y linealmente a las premisas  entre sí.  Quiero decir entonces, que los conceptos y las categorías de la lógica europea, con los cuales muchos de nosotros aprendimos a aprender, a ver el mundo, a ubicarnos en él, a entender “la línea histórica del tiempo”, no son capaces de definir, ni de entender todas las relaciones y dinámicas planetarias en las cuales vivimos hoy.  Cabe recalcar que nunca fueron suficientes.

Por eso, el siguiente trabajo crítico busca ser genealógico, foucaultianamente hablando, pues su pretensión se alinea al saber histórico de las luchas, articulando entonces, un “…acoplamiento, entre los saberes enterrados en erudición y los saberes descalificados por la jerarquía de los conocimientos y las ciencias…” (Idem.)  De esta manera abordaremos el estudio de las pedagogías críticas y del paradigma del Buen Vivir.  De antemano explicitamos que esta perspectiva metodológica, recientemente mencionada, es a la vez nuestro vínculo de relacionalidad entre  estos dos conceptos: Pedagogía Crítica y Buen Vivir.

Es importante mencionar al menos dos grandes fuentes conceptuales e incluso históricas de las raíces de las pedagogías críticas.  La primera nos remite a la Teoría crítica, la misma que tiene doble significado.  Por un lado, se refiere a la herencia del trabajo teórico desarrollado por ciertos miembros de la emblemática “Escuela de Frankfurt”, y por otro a la naturaleza de la crítica autoconsciente y a la necesidad de desarrollar un discurso de transformación y emancipación social que no se aferre dogmáticamente a sus propias suposiciones doctrinales.  En otras palabras la Teoría Crítica se refiere tanto a la escuela de pensamiento como al proceso de crítica.  Además vale recalcar que no es posible señalar una sola teoría crítica universalmente compartida, mas sí indicar el intento común de evaluar las nuevas conformaciones del capitalismo que surgieron junto con las formas cambiantes de dominación que les acompañaron (Giroux, pág. 26).  La segunda gran fuente nos remite al trabajo explícitamente político-pedagógico de Paulo Freire en América Latina, del cual cobra existencia su pensamiento en una pedagogía en la que el esfuerzo totalizador de la praxis humana busca, en la interioridad de ésta, re-totalizarse como práctica de la libertad.  El trabajo de Freire parte de la realidad concreta, de las experiencias de vida de su pueblo y de su continente, planteando categorías epistemológicas contextuales que reconocen que en una dinámica estructural de injusticias y de dominación la pedagogía dominante es la de las clases dominantes.  Y ya que los métodos de opresión no pueden servir contradictoriamente a la liberación de los oprimidos, es necesaria una nueva pedagogía que conduzca hacia unos caminos de liberación, en donde los oprimidos tengan condiciones de descubrirse y de conquistarse reflexivamente, como sujetos siempre en relación, pero constructores de su propio destino (Freire, Oprimido, pág. 6)  Aquí justamente descubrimos en la historia de esta pedagogía su carácter genealógico, pues bebe de las fuentes de la erudición de Frankfurt, así como del conocimiento del pueblo oprimido latinoamericano, desde sus propias categorías y expresiones políticas, descalificadas por los órganos oficiales de regulación del conocimiento.
Posteriormente y asentadas en estas dos fuentes de estudios y de análisis emancipatorios han surgido diferentes pedagogías críticas contextuales, preocupadas todas en cómo producimos una educación significativa y a la vez crítica, y cómo en el proceso de hacer pedagogía crítica ésta se transformar en emancipatoria.  Podríamos hablar de los aportes significativos de las pedagogías críticas anglosajonas de Giroux, Apple, Willis, Maclaren, etc., así como de los aporte de las pedagogías críticas desde el Sur con Gadotti, José de Souza Silva, entre otros.  Ahora bien, más allá de las diferencias epistemológicas y contextuales que podríamos evidenciar entre ellos, a manera de exordio enunciaremos en este trabajo algunos puntos en común de las pedagogías críticas, los mismos que nos servirán de ejes temáticos sobre los cuales tejeremos nuestro análisis.
Conocedores de las dificultades que implica sintetizar las categorías de la Teoría Crítica y los términos que dan forma y enriquecen a la teoría y la práctica educativa radical, debido a su amplitud conceptual, como a sus falencias propias de cualquier teoría, hemos seleccionado específicamente, para esta exposición solo algunos términos que sin ser aplicados a rajatabla, que atraviesan la praxis educativa radical. Nos estamos refiriendo concretamente a cinco ejes transversales, que beben tanto de las fuentes de Frankfurt, como de la pedagogía Freiriana, y en los cuales vamos a concentrar nuestro análisis; crítica a la racionalidad positivista, conocimiento radical, concepción crítica de la teoría, reconstrucción crítica de la teoría de la cultura y, finalmente, al análisis de la psicología profunda.


Crítica a la racionalidad positivista

Entonces, la crítica a la racionalidad positivista, la misma que devela cómo esta última se inserta en el ethos y en las prácticas de las escuelas, es nuestro primer eje crítico transversal.  El análisis crítico mediante su pensamiento dialéctico reemplaza las formas positivistas de cuestionamiento social, yuxtaponiendo el valor de la conciencia histórica, pues ésta enfatiza la interacción entre lo social y lo personal, así como entre la historia y las experiencias privadas. Estamos mencionando entonces que la lógica de lo predecible, verificable e individual ha perdido su peso, y ha sido reemplazada por un pensamiento que estudia tanto el pensamiento mismo, como el objeto del pensar, acentuando así la importancia en lo relacional y en las miradas históricas de conjunto.


Conocimiento Radical

Como conocimiento radical, vamos a denominar al segundo eje temático tomado de la teoría crítica, el mismo que forma intrínsecamente parte del punto anterior, es decir, de la crítica del pensamiento dialéctico al positivismo, por su cercanía y consecución epistemológica, pero que lo hemos tratado por separado debido a nuestra intencionalidad pedagógica, que procura una mejor explicación y mayor énfasis.  Estamos diciendo en otras palabras que, el conocimiento radical es intrínsecamente parte del pensamiento dialéctico, más bien una consecuencia ineludible del mismo.  Pues sería el conocimiento el que instruiría a los oprimidos a cerca de su situación de grupo, de dominación y de subordinación.  Conocimiento que exige además apropiarse de las dimensiones más progresistas de sus propias historias culturales, y desarrollar así un discurso libre de distorsiones de su propia y mutilada herencia cultural. Debemos tomar en cuenta que este conocimiento radical va más allá de lo puramente racional, propio del positivismo, y construye puentes de esperanza, entre una decodificación crítica de la historia y una visión de futuro que llegue hasta aquellos depósitos de  la humanidad, que resguardan los trascendentes deseos de una sociedad nueva y de nuevas formas de relaciones sociales más humanas. 
El conocimiento radical tiene implicaciones pedagógicas insondables, una de ellas es el concepto de historia.  Basándonos en el trabajo de Giroux, para Adorno y para otros críticos ésta tiene un doble significado, completamente contrario a aquella interpretación de la historia como patrón continuo que se sucede al ritmo de los imperativos de las leyes naturales, y más bien es vista como un fenómeno emergente que tiene final abierto, y además como principio esperanza.  Es decir, en la primera bifurcación semántica nos referimos a la historia como aquella que se va definiendo en las constantes rupturas y tensiones que separan a los individuos y a las clases sociales de los imperativos dominantes (Giroux, año: 60).  En la segunda bifurcación, la entendemos como principio  esperanza, pues ésta puede ser usada por el educador radical con el fin de "luchar en contra del espíritu de los tiempos más que abrazarla para ver hacia atrás, usarla para ver hacia adelante" (Buck-Morss, 1977).  Además, desde esta perspectiva radical se politiza la dimensión gnoseológica.  Por esta razón el conocimiento es analizado como una función social, es decir, como legitimador de los principios sobre los que se asienta la sociedad existente, y como revelador de imágenes escondidas, pues paradójicamente en la praxis colonizadora se esconden intencionalidades emancipadoras, de sociedades diferentes, de prácticas más radicales y de nuevas formas de comprensión, así mismo, el conocimiento radical nos permite descubrir intencionalidades opresoras en actos o símbolos aparénteme inofensivos y neutrales. 
                 
                  Concepción crítica de la teoría

El tercer  eje temático de la pedagogía crítica es la noción de teoría presente en la Escuela de Frankfurt, el cual será abordado a través de tres elementos constitutivos.  En primer lugar siempre que se habla de teoría se debe tomar en cuenta la relación que existe en la sociedad, entre lo particular y el todo.  Así mismo, que en la dinámica constante entre teoría y sociedad, existen mediaciones que dan significado no sólo a la naturaleza constitutiva del hecho, sino también a la propia naturaleza y sustancia del discurso teórico  (Giroux, pág. 37)  De esta forma la historicidad performa con igual intensidad, tanto a los hechos como a la interpretación discursiva de los mismos.
                  Hemos de denominar como metateoría al segundo elemento constitutivo, lo cual quiere decir que la teoría debe ser capaz de reconocer los intereses que ésta representa, y de reflexionar críticamente tanto en el desarrollo histórico o génesis de tales intereses como en las limitaciones que éstos pueden presentar dentro de ciertos contextos históricos y sociales. Así debemos reconocer que por más que se intente mantener rigor metodológico y neutralidad, nunca podremos evitar el error, ni evadir la pregunta de por qué la teoría funciona de una forma bajo condiciones históricas específicas a favor de unos y en contra de otros.
                  El tercer y último elemento, nos habla a cerca del espíritu crítico que debe tener la teoría, es decir, de su función desenmascarante a través de la crítica inmanente y el pensamiento dialéctico, de los cuales detallamos a continuación.  La crítica inmanente es el deseo de analizar la realidad del objeto social respecto a sus posibilidades.  Junto con Adorno diremos que la teoría debe transformar los objetos que formula desde afuera hacia esos conceptos que el objeto tiene en sí mismo, hacia lo que el objeto dejado a sí mismo busca ser, y confrontarlo con lo que es. Debe disolver la rigidez del objeto temporal y espacialmente fijado, hacia un campo de tensión entre lo posible y lo real. (Giroux, pág. 38) Ahora bien, al hablar del pensamiento dialéctico es menester decir que éste se inicia con la experiencia de que el ser humano y la naturaleza no somos libres, vivimos en condiciones de alienación.  El pensamiento solo corresponde con la realidad en tanto que éste es capaz de transformarla desde la comprensión de las estructuras de contradicción.  Va más allá de la filosofía, ya que para la dialéctica, el comprender lo que las cosas realmente son, significa rechazar su mera factualidad y emprender procesos de cambios cualitativos tanto desde el pensamiento como desde la acción.  Su función es la explosión, el caos del estado de las cosas establecidas, y del sentido común que confiere una confianza siniestra en el poder y en el lenguaje de los hechos fácticos.

                  Crítica a la cultura

Según el trabajo de Giroux, al hablar de cultura desde la teoría crítica, nos estamos refiriendo al aspecto central del estudio de la escuela de Frankfurt, el mismo que nos ofrece una amplia serie de herramientas para entender la constitución de subjetividades, desde la relación entre cultura y poder, dentro y fuera de la escuela. El valor del análisis de los teóricos críticos reside en el desarrollo de una noción de cultura como fuerza política, como un momento político poderoso en el proceso de dominación o de liberación. Podríamos decir desde una postura crítica que entendemos a las escuelas como agentes de reproducción cultural y social, donde las ideologías dominantes son constituidas y mediadas, así como por otras formaciones culturales específicas.  El concepto de cultura, desde esta visión, existe en una relación particular con la base material de la sociedad.  Al problematizar tal interacción descubrimos la inmensa relación entre el contenido cultural y los intereses de los grupos dominantes, así como en la génesis sociohistórica del ethos y las prácticas culturales legitimantes y su papel en las relaciones de dominación y resistencia.  La labor del educador radical es analizar a la escuela como un lugar cultural que contiene valores, historias y prácticas políticas conflictivas, y así entenderla como una expresión de las organizaciones más amplias de la sociedad.  De esta manera la pedagogía crítica entiende al poder como a un terreno importante de análisis y de praxis de dominación y de resistencia.  Desde ahí busca comenzar procesos político-pedagógicos de lucha por condiciones que les darán a los agentes del proceso educativo oportunidades reales para tener una existencia autodirigida.  Estudiantes con las posibilidades de aprender habilidades, conocimientos y formas de cuestionamiento que les permitirán examinar críticamente el papel de la sociedad en la formación de sus subjetividades.  Analizar cómo ha funcionado esta sociedad para dar forma y frustrar sus metas y aspiraciones o evitar que imaginen una vida fuera de la que actualmente llevan.  Lo importante es que sean capaces de afrontar cómo la sociedad se ha incorporado ideológica y materialmente en sus reglas y en su lógica de vida, para rechazarlas y construir caminos alternos de resistencia y liberación. (Giroux, pág. 62-63)


La psicología profunda

Como premisa al entendimiento de la psicología profunda de Frankfurt diremos que la justificación ideológica del orden social también se ubica en la realidad material de las necesidades y de los deseos que sostienen la inscripción de la historia.  Es decir, el conglomerado de circunstancias de dominación del orden social y de constantes injusticias, que se mantienen aparentemente inmunes al paso del tiempo y a las dinámicas sociopolíticas, son aquellas que se inscriben en el inconsciente de los individuos y de los colectivos como supuestas realidades universales e invariables.  Aquí se encuentra el aporte de la pedagogía radical, pues apoyándose en la valiosa psicología profunda, descifra la manera en la que penetran los mecanismos de dominación y las potencialidades de liberación en las propias estructuras de la psique humana.  El trabajo de Marcuse por ejemplo, crea nuevas categorías que permiten a los maestros y a los demás agentes del proceso educativo, ser conscientes de las maneras en las cuales ellos mismos forman parte del sistema de reproducción y de dominación social y cultural, especialmente mediante mensajes y valores constituidos por medio del currículum oculto.  Paulo Freire por su parte en la pedagogía del oprimido, nos demuestra que una condición necesaria para el proceso de liberación está en la capacidad de los oprimidos de percibirse a sí mismos como albergues del opresor en su interior.  Pues se les ha repetido tantas veces de su “naturaleza” de mediocridad e ineficiencia que se lo han creído, pensando en su interior como el opresor piensa de ellos.  En un momento de su experiencia existencial, ser ni siquiera es parecerse al opresor, sino estar bajo él.  Tal  cosa equivale a depender.  De ahí que los oprimidos sean muchas veces dependientes emocionales.  Es necesario entonces que los oprimidos tomen conciencia de las razones de su estado de opresión, para que asuman posiciones de lucha por su libertad  (Oprimido, Freire, pág. 45).  Ya que vemos que convergen aquí lo personal y lo social, y que por lo tanto las condiciones materiales, sociales y políticas también performan las subjetividades de los individuos, reconfirmando sus carencias y dependencias psicológicas con lo experimentado con su mundo exterior.  Por otro lado también es importante mencionar que la psicología profunda además aporta a la cognitiva pedagogía crítica una sensibilidad particular hacia lo sensual, erótico, lúdico e imaginativo, como dimensiones centrales de la experiencia escolar, complementando así el entender pedagógico en su historicidad, como capacidad para resistir y reconstruir desde categorías alternativas una nueva historia.
                
                  GENEALOGÍA DEL BUEN VIVIR  
                 
                  Ahora bien, nuestro segundo punto de análisis en esta ponencia gira en torno al Buen Vivir, el cual será abordado como un concepto crítico en construcción que cabe en la categoría de los saberes sometidos estudiados por Michel Foucault, pues para él estos pueden “…acoplar por un lado esos contenidos del conocimiento histórico meticuloso, erudito, y además esos saberes locales, singulares, y que en cierto modo se dejaron en suspenso…” (Foucault, 2010)  Es una articulación genealógica que juega efectivamente un papel preponderante, porque a ella se le atribuye la fuerza epistemológica esencial que hoy tiene la crítica.  Tenemos entonces a un Buen Vivir que por un lado, bebe de las fuentes de la erudición de los académicos –sean indígenas o no- quienes estudian tanto su sabiduría ancestral, como la complejidad de dinámicas políticas y sociales que giran en torno este tema, pero que actualmente ya han desbordado las fronteras de lo andino y las nociones de la ancestralidad; y por otro lado, este nuevo paradigma emancipatorio se sustenta en los saberes locales, desde las experiencias del pueblo, desde la transmisión oral y ritual de los valores, creencias, posturas políticas, etc.  Cabe recalcar que estas dos caras pertenecen a una misma moneda, lo cual quiere decir que se influyen mutuamente, que son inseparables, y que experimentan una misma dinámica dialéctica en cada una de sus dimensiones, de ahí que en nuestro análisis ulterior encontraremos cierta similitud en los puntos que hemos tenido que separarlos sólo con fines pedagógicos.

                  Sabemos que el modelo genealógico foucaultiano busca desprender de su análisis saberes liberados del sometimiento para restituir un proyecto de conjunto.  Para lo cual es imperativo un paso previo; la noción de arqueología, que es el análisis propio de las discursividades locales que posteriormente se relacionarán dinámicamente con los saberes eruditos.  Encontramos aquí relación con la filosofía de la liberación latinoamericana, para la cual el accionar de los oprimidos es el momento epistemológico primero, en tanto que la conceptualización académica, es el momento segundo, que sólo tiene sentido con el accionar previo.  Entonces bien, vamos a referirnos a las nociones básicas de la racionalidad andina, estudiadas con detalle por Josef Estermann, porque creemos que son éstas las que determinan las dinámicas del Buen Vivir: relacionalidad, correspondencia, complementariedad, y reciprocidad.

                  Es propio de el ser desde la visión andina la relación con el todo, y de todo con el ser.  De ahí la ética andina de responsabilidad de cada uno de los actos que se ejecutan, que deben ser consultados con la comunidad, que será inevitablemente afectada.  Aquí empata muy bien esta noción andina con otro paradigma crítico contextual del áfrica denominado Ubunto, estudiado por Agustín Lao, académico en nuestro país, para quien éste puede ser traducido al español como “Soy porque somos”

                  Al hablar de la complementariedad diremos que la dialéctica andina no comparte en absoluto la concepción progresiva inherente al pensamiento dialéctico occidental.  En el fondo la complementariedad andina no es estática, es más bien dinámica.  Por lo tanto, la complementariedad es el principio del ser; es decir, la relación de un ser con su contrario no es un estado, es el ser del ente, contrario a la perspectiva de la filosofía europea, para la cual el ser puede darse existencia a sí mismo: cogito ergo summ.

                  Correspondencia etimológicamente implica con responderé, implica una correlación, una relación mutua y bidireccional entre dos campos de la realidad.  La medicina ancestral establece una correspondencia entre el tipo de enfermedad, el modo de curar, y el medicamento adecuado.  Además en los rituales estos se corresponden a la época cíclica del año, y desde la ética andina, cómo le corresponde actuar al runa o a la warmi en cada una de ellas.

                  El principio de reciprocidad no solo compete a las interacciones humanas, sino que a cada tipo de interacción, incluso a las extra humanas.  Se expresa a nivel pragmático y ético: a cada acto le corresponde como contribución complementaria un acto recíproco.  Se expresa en el Kichwa con el randi randi, en el cual entendemos que la vida que recibimos es la que debemos devolverla, no como un favor, sino como una expresión de nuestra ética humana en relación.


Como decíamos el Buen Vivir es un concepto crítico, porque se presenta como un modelo holístico, originalmente andino, alternativo al desarrollo, pues expresa una de las respuestas posibles a las críticas sustanciales del postdesarrollo. (Gudynas y Acosta)  Es importante aclarar que el Buen Vivir no sería un conjunto de “desarrollos alternativos”, sino la búsqueda de caminos alternativos, desde la crítica al desarrollo, en sus expresiones en la gestión y la política, su institucionalidad y sus discursos de legitimación.


Conclusión

Podemos concluir diciendo que nuestro aporte fue percibir que, los conocimientos críticos, tanto pedagógicos, como de las cosmovisiones ancestrales, convergen de manera valiosa, en la dialéctica de los conocimientos contextuales, del pueblo, con los conocimientos eruditos, propios de la academia. Sólo desde este aporte de los consensos humanos, del conocimiento como minga, es posible un conocimiento radical, es decir, un conocimiento emancipador que en su construcción transforma las relaciones de opresión, por el empoderamiento de los actores sociales en la coherencia entre el pensamiento y la acción.
Buscamos con este trabajo aportar desde la crítica a la construcción de sociedad humana y vivificadora, y sabemos entonces que, inevitablemente para su consecución necesitamos una educación crítica que la procure.  De acuerdo con Freire diremos que la educación regentada por los opresores solo mantendrá las estructuras opresoras, por eso es necesaria una educación crítica que cuestionen dichas estructuras y generan nuevas, capaces de albergar la vida en equidad para la madre tierra y todos los seres que son parte de ella, que también está viva. 
No estamos diciendo que el camino es la educación formal únicamente, sino una educación en el sentido amplio, que aporte desde las culturas críticas, desde los procesos de educación no formal e informal, virtual, comunicacional crítica, a la construcción de una cultura y sociedad del Buen Vivir. 
Sin querer menospreciar a la educación no formal diremos que ésta debe ser cuestionada, re-estructurada, pues Según Giroux los maestros debemos ser científicos de la educación, capaces de entender esta mirada de relación de la parte con el todo, y no limitarnos a explicar por obligaciones aquello que convencionalmente nos enseñaron que es la parte, y que nada tiene que ver con el todo.  

viernes, 14 de junio de 2013

Pedagogías críticas y Buen Vivir


Profundizaremos en el siguiente ensayo, desde la Sociología de la Educación en, el aporte dialéctico, que a nuestro  parecer es posible, entre Pedagogía Crítica y Buen Vivir.  Entendemos por una lado a la pedagogía crítica como aquella propuesta educativa capaz de construir procesos de miradas colectivas radicales que toman una postura política clara a favor, y junto a los oprimidos, y en contra de aquellos que conforman procesos de opresión como los son: el progreso y el después llamado desarrollo.  Por otra lado la categoría ancestral del Buen Vivir es justamente una visión desde los marginados por la historia, desde los pueblos y nacionalidades indígenas, desde donde se presenta como una oportunidad para construir otra sociedad sustentada en la convivencia del ser humano, en su diversidad y armonía con la naturaleza, a partir del reconocimiento de los diferentes valores culturales existentes en cada país.  Encontramos puntos de convergencia distintos en estas dos temáticas, desde los cuales pueden aportarse mutuamente, pedagogía crítica y Buen Vivir, y que abordaremos a continuación.
La pedagogía crítica bebe de al menos dos grandes fuentes conceptuales e incluso históricas.  La primera nos remite a la Teoría crítica, la misma que tiene doble significado.  Por un lado, se refiere a la herencia del trabajo teórico desarrollado por ciertos miembros de la emblemática “Escuela de Frankfurt”, y por otro a la naturaleza de la crítica autoconsciente y a la necesidad de desarrollar un discurso de transformación y emancipación social que no se aferre dogmáticamente a sus propias suposiciones doctrinales.  En otras palabras la Teoría Crítica se refiere tanto a la escuela de pensamiento como al proceso de crítica.  Además vale recalcar que no es posible señalar una sola teoría crítica universalmente compartida, mas sí indicar el intento común de evaluar las nuevas conformaciones del capitalismo que surgieron junto con las formas cambiantes de dominación que les acompañaron.  La segunda gran fuente nos remite al trabajo explícitamente político-pedagógico de Paulo Freire en América Latina, del cual cobra existencia su pensamiento en una pedagogía en la que el esfuerzo totalizador de la praxis humana busca, en la interioridad de ésta, re-totalizarse como práctica de la libertad.  El trabajo de Freire parte de la realidad concreta, de las experiencias de vida de su pueblo y de su continente, planteando categorías epistemológicas contextuales que reconocen que en una dinámica estructural de injusticias y de dominación la pedagogía dominante es la de las clases dominantes.  Y ya que los métodos de opresión no pueden servir contradictoriamente a la liberación de los oprimidos, es necesaria una nueva pedagogía que conduzca hacia unos caminos de liberación, en donde los oprimidos tengan condiciones de descubrirse y conquistarse reflexivamente, como sujetos siempre en relación, pero constructores de su propio destino.
Conocedores de las dificultades que implica extrapolar las categorías del trabajo de la Escuela de Frankfurt hacia los términos que dan forma y enriquecen a la teoría y la práctica educativa radical, debido a su amplitud conceptual, como a sus falencias propias de cualquier teoría, hemos seleccionado específicamente solo algunos términos que sin ser aplicados a rajatabla, atraviesan la praxis educativa radical y sobre los cuales buscamos asentar nuestro trabajo de teorización sobre el paradigma del Buen Vivir.  Nos estamos refiriendo concretamente a cinco ejes transversales, que beben tanto de las fuentes de Frankfurt, como de la pedagogía Freiriana; crítica a la racionalidad positivista, conocimiento radical, concepción crítica de la teoría, reconstrucción crítica de la teoría de la cultura y, finalmente, al análisis de la psicología profunda. 
                  El Buen Vivir no es, entonces, un desarrollo alternativo más dentro de una larga lista de opciones, sino que se presenta como una alternativa a todas esas posturas.  Sus avances más importantes han tenido lugar en Bolivia y en Ecuador.  Se trata de una idea plural que sigue en construcción y en discusión, pero no sólo en estos países andinos, lo cual es valioso, pues este proceso dialéctico se lleva a cabo a un nivel más amplio, como expresión del reconocimiento planetario al aporte que puede hacer este “nuevo” paradigma a la búsqueda de caminos de salida al mal desarrollo de la modernidad.
El Buen Vivir  surge como una propuesta crítica desde la periferia, tanto geográfica, como política y académicamente, pues aquellos que desde la larga noche colonial fueron exiliados de lo que ancestralmente fue suyo, son los que escuchan el clamor de sus hermanas, hermanos, y el de la Pacha mama, y se interesan aún ahora por resistir con firmeza a la vorágine globalizadora-capitalista.  Las bases del desarrollo son cuestionadas incluso, cuando  la razón instrumental –logos occidental-, ha dejado de ser entendida como la fuente absoluta y única para acceder al conocimiento, cuando se ha criticado al positivismo y a su supuesta objetividad y neutralidad científico-política, cuando hemos entendido que los privilegios que nos concede la técnica no son democratizados en igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos del mundo, sino que todo lo anterior está intencionalmente organizado para mantener el poder y finalmente los recursos entre las estructuras que a lo largo de la historia albergaron solamente a los que están arriba.  El sumakawsay aparece anclado en el legado histórico de los pueblos andinos, en sus prácticas cotidianas, en su sabiduría práctica.  Se nutre de los aprendizajes, de las experiencias y de los conocimientos de las comunidades indígenas”, que como dijimos anteriormente, fueron relegadas, consideradas de menor valor, solamente folklóricas, pero que hoy, en sus procesos de resistencia, se siguen construyendo y reconstruyendo para proponernos caminos hacia nuevos proceso planetarios, reconociendo que su sabiduría tiene un vasto valor, así como las incontables sabidurías de los pueblos ancestrales de La Tierra, que les ha permitido mantener equilibrios holísticos y solidarios, generadores de vida, y de comunidad, mientras que el dualismo occidental ha carecido de todo esto, con todas sus pretensiones de validez racionales.
Podríamos concluir diciendo que tanto la pedagogía crítica como el paradigma Sumakawsay, convergen dialécticamente en varios puntos importantes.    Uno de ellos es el fin común de construir y buscar caminos por los cuales puedan transitar en unidad y en armonía los seres humanos  y la naturaleza como un solo ser en construcción.
Además, se presentan como una crítica al sistema global neoliberal-capitalista.  Reconocen que las estructuras positivistas, racionalistas, cientificistas que se reproducen culturalmente en la sociedad y en la escuela pertenecientes a este paradigma, tienen grandes limitantes, por las dicotomías y exclusiones que ellas ocasionan.  Entonces bien, tanto a la pedagogía crítica, como al Buen Vivir, además de importarles la crítica a todo este modelo deficiente, proponen caminos de salida alternativos, más humanos y solidarios, cooperativos, tiernos, holísticos y de acogida hacia los más débiles.  Eh ahí su más importante relación, y es justamente hacia allá, por donde queremos caminar y contribuir con la problematización teórica sobre la convergencia entre estos dos temas de crítica y aporte a la construcción de nuevas conciencias ciudadanas, espacios públicos, procesos político educativos, no siempre formales, etc.