miércoles, 10 de julio de 2013

Ciencia Absoluta???


“¿Qué es entonces la verdad? Un grupo de individuos en constante movimiento de metáforas, metonimias, antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas que han
sido realzadas, extrapoladas y adornadas poética y retóricamente y que, después de un prolongado uso, un pueblo considera firmes, canónicas y vinculantes; las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son; metáforas que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han perdido su troquelado y no son ahora ya consideradas como monedas, sino como metal.”
(Nietzsche; 1994)

                  La característica del siglo XIX no es la victoria de la ciencia, sino la victoria del método científico sobre las ciencias. (Nietzsche; 1966)  Sin embargo consideramos que como fruto de esta dialéctica histórica, en la reflexión filosófica del conocimiento, se han propiciado caminos de síntesis que nos acercan al conocimiento.  De esta manera, en el presente ensayo analizamos por un lado la corriente idealista; por otro la materialista; así mismo el aporte de la dialéctica, y finalmente, concluimos valorando el aporte actual de la crítica, que se expresa en el paradigma hermenéutico cualitativo que hace posible la comprensión de los complejos procesos sociales.  Cabe recalcar este crítico emerger ha sido posible solo por el proceso histórico de interacciones dialécticas que intentamos explicar a continuación.

                  Desde la antigüedad surgieron estas corrientes filosóficas en tensión dialéctica que encuentran su síntesis en el siglo XIX.  Ahora bien, los primeros representantes del Idealismo son los ilustres Platón y Aristóteles. El primero afirma que los fenómenos son solo casos finitos de formas definitivas, y que el Ser Humano solo puede conocer de forma absoluta esos fenómenos finitos e imperfectos.  Aristóteles valora la observación, mas profundiza su estudio en las operaciones intelectuales, como formas de acceder al conocimiento, y no en los objetos observados.  Creando para eso la lógica formal, que desde la inducción o la deducción, se evidencia el énfasis en el aspecto formal del razonamiento, es decir, en las categorías metafísicas erigidas para dicho razonar.  Ya en el siglo XVIII la Filosofía se caracteriza por un predominio idealista, tal vez como una reacción contra el desarrollo científico tan notable.  Berkeley sostiene que la existencia de las cosas consiste en ser percibidas por el entendimiento, en tanto que Kant, da un paso hacia delante, y considera la existencia de categorías en la razón del sujeto, las cuales tienen que relacionarse con el contenido, albergándolo, para lograr así la síntesis del conocimiento.  Lo anterior supone la experiencia directa y la interacción sujeto-objeto.

                  Por otro lado el Materialismo está representado genealógicamente por Tales de Mileto, Demócrito y Epicuro.  Este último señala que existe la realidad objetiva fuera del individuo. Demócrito que el universo está compuesto por átomos físicamente indivisibles.  Tales que el universo es gobernado por leyes de la naturaleza que pueden ser descubiertas por el ser humano mediante la razón.  Así podemos concluir que ese materialismo establece una relación mecánica entre el sujeto y el objeto durante la construcción del conocimiento.  En una segunda etapa de este materialismo, encontramos a Bacon (XV-XVI) y a Descartes (XVII) -pilar del racionalismo moderno- .  El primero concede énfasis absoluto a la observación y a la experimentación, y considera que los conceptos se forman a partir de los hechos sensibles.  Por otro lado Descartes reacio a la lógica formal, debido al abuso de los escolásticos por el método deductivo, pretendió probar la validez de la ciencia mediante el método matemático.  Además pretende generalizar este método para la investigación, desde la construcción de una imagen mecánica de la naturaleza.

                  Hablemos ahora a cerca de la concepción dialéctica.  Con Hegel ésta tiene cimientos explícitamente dialécticos, pues propuso en relación a las categorías del pensamiento, el desarrollo de las mismas, es decir, considerar que las contradicciones del concepto son las que lo producen.  Importante aportación para la comprensión del proceso del conocimiento, que se presenta como la unidad del análisis y de la síntesis.  Por otro lado Marx toma del pensamiento hegeliano la categoría de la dialéctica, pero se muestra crítico ante su idealismo, de ahí que más bien la integra con su concepción materialista, quitándole a esta última su carácter mecanicista.  Junto con Engels, crea el materialismo dialéctico, para el cual, el concepto se desarrolla superando las antagonías: forma-contenido, teoría-práctica, objetivo-subjetivo.  El materialismo dialéctico considera al conocimiento como un hecho práctico, social e histórico.  En esta teoría la praxis es preeminente porque el conocimiento se produce en un mundo de objetos, que se encuentran en relación con el ser humano, justamente gracias a la práctica, la cual es intrínsecamente trasformadora del mundo.  En la teoría del conocimiento del materialismo dialéctico hay un objeto real, exterior, material que se relaciona con el sujeto humano activo, el mismo que penetra al objeto, mediante la interacción de éste con él, del pensamiento y la materia, del espíritu y la naturaleza, todos estos se presentan en una lucha incesante por su unidad, afectándose mutuamente.

Durante el siglo XIX, Comte y el Positivismo son los influjos epistemológicos más fuertes e influyentes desde ese lapso hasta la actualidad global.  El valor de este autor y su teoría residen en que expresan el sentir de muchos científicos y filósofos de su época y en que han sido políticamente convenientes para los que más poder tienen y se encargaron de preconizar que se había alcanzado la madurez de la humanidad a través de la madurez de las ciencias.  Todo esto en la medida en que los análisis considerados reales se han desprendido de la Teología, la metafísica y lo no-racional.  El estadio positivo de la humanidad y de la sociedad es aquel en el que el hombre intenta, mediante la observación y el razonamiento, percibir todas las relaciones necesarias entre las cosas y explicar en absoluto los acontecimientos mediante la formulación “maquinística” de las leyes.  Pero nuestra conclusión no apunta a quedarnos aterrados ante la inmensidad de esta tendencia en las investigaciones científicas, incluso sociales, en la cultura, en la política, etc.  Sino en reconocer el valor de las teorías críticas y sus métodos hermenéutico-cualitativos desde diferentes praxis que comulgan en la construcción de unas ciencias sociales nuevas, ciencias de la educación radicales y constructos sociales de resistencia, hacia la consecución de un mundo nuevo, capaz de reconocer sus límites y obstáculos epistemológicos como principios de esperanza.