martes, 16 de abril de 2013

Nueva Educación popular

La presente nota es solo un sucinto artículo para pensar...

Cuando leemos sobre Educación popular evidenciamos dos etapas; la primera hace referencia a la época en la que ésta era sinónimo de educación no-formal, así como de educación anti elitista.  Hoy podríamos decir que ya no es no-formal la educación popular, necesariamente.  Pero sí es en su segunda etapa anti-elitista porque sus medios y sus fines últimos son la inclusión de los que forman parte de las "clases populares" en la democratización del conocimiento, de la información, y del Buen Vivir, para la transformación de la realidad, por parte de todos los sujetos del proceso de educativo y del construir social.  

Si nos preguntamos por qué ésta ya no es necesariamente educación no-formal, podríamos decir que se debe a que aislarse a las afueras de las aulas de clase y de su consiguiente estructura formal no permite un enriquecimiento mutuo entre estas dos caras de la moneda.  Pues por un lado se creía que lo importante era romper con la estructura formal, es decir, que las formas pedagógico-mediadoras sean democráticas, constructoras de ciudadanía, de participación y de ejercicio de derechos, aunque sus contenidos no tengan mayor relevancia.  Del otro lado de la moneda evidenciamos que se consideró educación popular al portaestandarte de contenidos críticos y de izquierdas, pero que eran mediados con métodos pedagógicos arbitrarios, dictatoriales o manipuladores, respondiendo al reemplazo de una alienación por otro, y que es bastante factible en la práctica, con un pueblo con conciencia adormecida y mediocre que necesita que otros piensen y critiquen por ellos, siempre y cuando su actuar sea de fácil reflexión.

Vemos entonces que cualquiera de los estadios sólo son dualismos incompletos y que lo que necesitamos es conciliarlos en una dualidad irreductible e inseparable en la praxis.  Estamos diciendo que necesitamos llegar a niveles de conciencia crítica que se envidencien en la praxis de la educación popular en donde se estructuren forma y fondo, accidentes y esencia, en un mismo lenguaje significante-simbólico de crítica y educación popular.  No solo es valioso un contenido crítico y liberador, sino a la par, una visión política transformadora por medio de procesos democráticos, ya sea en asambleas de enseñanza-aprendizajes no-formales, como en las aulas de clases.  Llevándonos a construir por parte de los sujetos, contenidos serios y liberadores entre los educadores no formales, y a aprender de estos últimos por parte de la estructura formal, los procesos democráticos que nos liberan cada vez más de las paredes estructuradas y alienantes.

jueves, 4 de abril de 2013

¿Las cosas son buenas porque nos gustan o nos gustan porque son buenas?


Generalmente creemos saber lo que nos gusta, y con el tiempo pensamos que eso es bueno y aceptable.  Por otro lado, otros muchos dirán que lo bueno es lo que les gusta, precisamente debido a su bondad. Como vemos muchas cosas son subjetivas, ya que todo puede variar de las perspectivas y la visión de las personas, en la cuales influyen muchas factores sociales, culturales e incluso psicológicos.
Si bien desde pequeños nos dan una idea de lo bueno desde la perspectiva moral,  acostumbrándonos a que esa visión contextual es la única visión posible, mas existen tantas costumbre como contextos culturales, los cuales depende de la religión, de su historia, de su idioma, etc. Después de todo, en nuestros mismos contextos culturales, hace un tiempo atrás se consideraban a los libros, al arte y a lo que hoy conocemos como ciencia, como aspectos malos y perversos.  En otros contextos se pensaba en la superioridad de rasas, cuando ya sabemos el día de hoy que una sola raza es la que existe, la humana, más allá de nuestras características étnicas, y lógicas diferentes.
Si percibimos que las realidades son relativas, y que esta cualidad considera que nada es absoluto, sino que depende de infinidad de factores, elementos y circunstancias específicas, entonces todo esto nos hace pensar que nada es absolutamente bondadoso o maligno, entonces ¿Cuál es el parámetro universal que define y diferencia lo bueno y lo malo?
Para no quedarnos en el mar posmoderno de lo efímero, líquido y relativo, que lo único que genera es una subjetividad individualista, tendiente al egoísmo y a la alienación de nuestra intrínseca cualidad humana-ontológica de ser para los otros y junto a los otros (alteridad) debemos asentarnos en teorías filosóficas de construcción como las de la filosofía latinoamericana de Dussel, Bolivar Echeverría, Yamandú Acosta, Boaventura de Sousa y otros.  Los cuales parten desde un paradigma de la inter-subjetividad o también llamado, de la ética mínima por parte de Adela Cortina.  Es decir, del reconocimiento del sujeto existente en el reconocimiento objetivo del otro sujeto, con lo cual afirmamos el valor de diálogo y el conceso en cada contexto.  Donde la estética y la ética no tienen parámetros universales, sino pretensiones de validez propias de cada universo en el que se crean los consensos y los acuerdos mínimos que valoran nuestras diferencias (subjetividad) pero respetando los límites y fomentando la cooperación y asociación (objetividad) intrínsecamente humanas.

            Por lo tanto, superando el dilema abstracto de si nos gusta por su bondad, y si lo consideramos bondadoso por nuestro gusto subjetivo, podemos decir que estamos llamados en la praxis a reconocernos sujetos con gustos y deseos, entre otras cosas, pero en una realidad de inter-retro-relacionalidad con otros sujetos también con gustos y deseos.   Donde no buscamos establecer parámetros universales u objetivos, que ya no existen, sino donde buscamos al menos ser sujetos que aprenden y nutren la relacionalidad con el universo infinito de diversos sujetos.  Como el aporte de la filosofía andina en la teorización del maestro Josef Estermann, que nos dice que lo estético (lo que nos gusta), y lo ético (lo que nos parece bueno) es un proceso cósmico ritual de celebración de la relacionalidad, pues para el sujeto andino (runa y warmi) el ser solo es con y para los demás, al celebrar la creación de la nueva vida, capaz de respetar la vida ya existente y experimentada (yachayniyoq).