viernes, 14 de junio de 2013

Pedagogías críticas y Buen Vivir


Profundizaremos en el siguiente ensayo, desde la Sociología de la Educación en, el aporte dialéctico, que a nuestro  parecer es posible, entre Pedagogía Crítica y Buen Vivir.  Entendemos por una lado a la pedagogía crítica como aquella propuesta educativa capaz de construir procesos de miradas colectivas radicales que toman una postura política clara a favor, y junto a los oprimidos, y en contra de aquellos que conforman procesos de opresión como los son: el progreso y el después llamado desarrollo.  Por otra lado la categoría ancestral del Buen Vivir es justamente una visión desde los marginados por la historia, desde los pueblos y nacionalidades indígenas, desde donde se presenta como una oportunidad para construir otra sociedad sustentada en la convivencia del ser humano, en su diversidad y armonía con la naturaleza, a partir del reconocimiento de los diferentes valores culturales existentes en cada país.  Encontramos puntos de convergencia distintos en estas dos temáticas, desde los cuales pueden aportarse mutuamente, pedagogía crítica y Buen Vivir, y que abordaremos a continuación.
La pedagogía crítica bebe de al menos dos grandes fuentes conceptuales e incluso históricas.  La primera nos remite a la Teoría crítica, la misma que tiene doble significado.  Por un lado, se refiere a la herencia del trabajo teórico desarrollado por ciertos miembros de la emblemática “Escuela de Frankfurt”, y por otro a la naturaleza de la crítica autoconsciente y a la necesidad de desarrollar un discurso de transformación y emancipación social que no se aferre dogmáticamente a sus propias suposiciones doctrinales.  En otras palabras la Teoría Crítica se refiere tanto a la escuela de pensamiento como al proceso de crítica.  Además vale recalcar que no es posible señalar una sola teoría crítica universalmente compartida, mas sí indicar el intento común de evaluar las nuevas conformaciones del capitalismo que surgieron junto con las formas cambiantes de dominación que les acompañaron.  La segunda gran fuente nos remite al trabajo explícitamente político-pedagógico de Paulo Freire en América Latina, del cual cobra existencia su pensamiento en una pedagogía en la que el esfuerzo totalizador de la praxis humana busca, en la interioridad de ésta, re-totalizarse como práctica de la libertad.  El trabajo de Freire parte de la realidad concreta, de las experiencias de vida de su pueblo y de su continente, planteando categorías epistemológicas contextuales que reconocen que en una dinámica estructural de injusticias y de dominación la pedagogía dominante es la de las clases dominantes.  Y ya que los métodos de opresión no pueden servir contradictoriamente a la liberación de los oprimidos, es necesaria una nueva pedagogía que conduzca hacia unos caminos de liberación, en donde los oprimidos tengan condiciones de descubrirse y conquistarse reflexivamente, como sujetos siempre en relación, pero constructores de su propio destino.
Conocedores de las dificultades que implica extrapolar las categorías del trabajo de la Escuela de Frankfurt hacia los términos que dan forma y enriquecen a la teoría y la práctica educativa radical, debido a su amplitud conceptual, como a sus falencias propias de cualquier teoría, hemos seleccionado específicamente solo algunos términos que sin ser aplicados a rajatabla, atraviesan la praxis educativa radical y sobre los cuales buscamos asentar nuestro trabajo de teorización sobre el paradigma del Buen Vivir.  Nos estamos refiriendo concretamente a cinco ejes transversales, que beben tanto de las fuentes de Frankfurt, como de la pedagogía Freiriana; crítica a la racionalidad positivista, conocimiento radical, concepción crítica de la teoría, reconstrucción crítica de la teoría de la cultura y, finalmente, al análisis de la psicología profunda. 
                  El Buen Vivir no es, entonces, un desarrollo alternativo más dentro de una larga lista de opciones, sino que se presenta como una alternativa a todas esas posturas.  Sus avances más importantes han tenido lugar en Bolivia y en Ecuador.  Se trata de una idea plural que sigue en construcción y en discusión, pero no sólo en estos países andinos, lo cual es valioso, pues este proceso dialéctico se lleva a cabo a un nivel más amplio, como expresión del reconocimiento planetario al aporte que puede hacer este “nuevo” paradigma a la búsqueda de caminos de salida al mal desarrollo de la modernidad.
El Buen Vivir  surge como una propuesta crítica desde la periferia, tanto geográfica, como política y académicamente, pues aquellos que desde la larga noche colonial fueron exiliados de lo que ancestralmente fue suyo, son los que escuchan el clamor de sus hermanas, hermanos, y el de la Pacha mama, y se interesan aún ahora por resistir con firmeza a la vorágine globalizadora-capitalista.  Las bases del desarrollo son cuestionadas incluso, cuando  la razón instrumental –logos occidental-, ha dejado de ser entendida como la fuente absoluta y única para acceder al conocimiento, cuando se ha criticado al positivismo y a su supuesta objetividad y neutralidad científico-política, cuando hemos entendido que los privilegios que nos concede la técnica no son democratizados en igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos del mundo, sino que todo lo anterior está intencionalmente organizado para mantener el poder y finalmente los recursos entre las estructuras que a lo largo de la historia albergaron solamente a los que están arriba.  El sumakawsay aparece anclado en el legado histórico de los pueblos andinos, en sus prácticas cotidianas, en su sabiduría práctica.  Se nutre de los aprendizajes, de las experiencias y de los conocimientos de las comunidades indígenas”, que como dijimos anteriormente, fueron relegadas, consideradas de menor valor, solamente folklóricas, pero que hoy, en sus procesos de resistencia, se siguen construyendo y reconstruyendo para proponernos caminos hacia nuevos proceso planetarios, reconociendo que su sabiduría tiene un vasto valor, así como las incontables sabidurías de los pueblos ancestrales de La Tierra, que les ha permitido mantener equilibrios holísticos y solidarios, generadores de vida, y de comunidad, mientras que el dualismo occidental ha carecido de todo esto, con todas sus pretensiones de validez racionales.
Podríamos concluir diciendo que tanto la pedagogía crítica como el paradigma Sumakawsay, convergen dialécticamente en varios puntos importantes.    Uno de ellos es el fin común de construir y buscar caminos por los cuales puedan transitar en unidad y en armonía los seres humanos  y la naturaleza como un solo ser en construcción.
Además, se presentan como una crítica al sistema global neoliberal-capitalista.  Reconocen que las estructuras positivistas, racionalistas, cientificistas que se reproducen culturalmente en la sociedad y en la escuela pertenecientes a este paradigma, tienen grandes limitantes, por las dicotomías y exclusiones que ellas ocasionan.  Entonces bien, tanto a la pedagogía crítica, como al Buen Vivir, además de importarles la crítica a todo este modelo deficiente, proponen caminos de salida alternativos, más humanos y solidarios, cooperativos, tiernos, holísticos y de acogida hacia los más débiles.  Eh ahí su más importante relación, y es justamente hacia allá, por donde queremos caminar y contribuir con la problematización teórica sobre la convergencia entre estos dos temas de crítica y aporte a la construcción de nuevas conciencias ciudadanas, espacios públicos, procesos político educativos, no siempre formales, etc.

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