Hablar de Bolívar Echeverría no solo es una
gran responsabilidad por la complejidad académica que implica abordar a este
autor, además lo es por la radicalidad de su vida. Por la extensión del presente artículo, no
buscamos hacer una síntesis ni de su vida ni de su obra, más bien pretendemos
resaltar la dimensión crítica que atraviesa a estas dos realidades que van de
la mano.
El primer punto
que quisiéramos resaltar es la coherencia que existe entre su labor académico -
crítica y la radicalidad de su vida.
Como decíamos anteriormente estas dos realidades van de la mano, pues
Bolívar nos ha dejado un extenso y riquísimo legado intelectual, pero
ante todo una lección ejemplar de honestidad: crítico, independiente de todos
los poderes, nunca sometido a nadie, su ejemplo brilla en el cielo de una nueva
América. (Tinajero, 2011, p. 22)
Durante su estancia en Berlín -1961/1968- publicó algunos
artículos en la revista Latinoamérica
donde abordó al marxismo desde un espíritu crítico, desde su experiencia de
algunas realidades espantosas en la zona oriental de la ciudad y en otros
lugares de la república democrática alemana.
Pero no solo eso, además fue parte de la Asociación de Estudiantes
Latinoamericanos en Alemania, cuya presidencia ejerció alguna vez, además se
vinculó a los estudiantes de la Steinplatz, grupo en el cual se encontraban
también los futuros dirigentes del movimiento estudiantil que cinco años
después habría de protagonizar las grandes jornadas que fueron la contrapartida
del Mayo francés del 68. (Tinajero, 2011, p. 13) Posteriormente, el hecho de
hacer de la UNAM su trinchera, le permitió, además de acceder a los recursos
que un científico e investigador como él requería, mantener la independencia
política necesaria para abordar la realidad críticamente.
En torno a su
labor académica podemos encontrar infinidad de aportes radicales de los cuales
resaltaremos los que más nos han llamado la atención. En primer lugar la radicalidad en su labor
docente, pues mediante ésta formó con consciencia crítica a incontables
generaciones de toda América Latina. En
segundo lugar, su producción conceptual, la misma que se podía
denominar como una teoría de la revolución, que es al mismo tiempo una
revolución en la teoría. (Tinajero, 2011, p. 14)
Conceptos como modernidad,
ethos barroco, valor de uso, cultura política, entre otros, dejan ver la
pasión con la que Bolívar abordó críticamente la realidad y la teoría, pero
también nos permiten ver la dimensión utópica que nos deja su conceptualización
esperanzadora y desde ahí revolucionaria, pues siempre concluyó que el presente
es únicamente una configuración particular de una multiplicidad de
posibilidades actuales, y que por lo tanto está en juego la posibilidad
potencial de una modernidad alternativa, postcapitalista, es decir, de nuevas
realidades utópicas. (Iclán 2012, p. 24)
Siendo así no podemos hablar de
Bolívar como de un filósofo o de un epistemólogo en abstracto, pues de esa
manera pierde su radicalidad. Estamos
llamados más bien a analizar con la radicalidad de las categorías de su pensar,
las realidades que configuran nuestro presente que siempre puede ser distinto y
por supuesto radical, y de esta manera a recordarlo en la coherencia de su
actuar y su pensar revolucionario.
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