miércoles, 21 de septiembre de 2011

Violencias Juveniles


FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES

En el presente trabajo abordaremos a nuestro parecer las cuatro causas principales de las violencias juveniles: Políticas represivas o de “mano dura”, estigmatización-criminalización-esencialismos, búsqueda de respeto o envidia, falta de condiciones sociales dentro del estado de bienestar.  Antes de desarrollar el artículo creemos necesario iniciar tratando de explicar por qué usaremos el término violencias.  El término violencia no es de ninguna manera entendido de la misma forma en la infinidad de contextos culturales, lo cual no es de extrañarse en la modernidad.  Lo que es comprendido como un acto violento para unos no lo es para otros, de acuerdo a las diferentes concepciones culturales.  Por eso usaremos el plural, debido a las distintas percepciones de violencia que conceptualizaremos en este trabajo. Podríamos decir que es un serio problema, no solo el hecho de definirlo, sino especialmente lo que esto significa al relativizar la acción o acciones que representan dicho término.
                Ya hemos experimentado en América Latina las políticas de “mano dura”, las que no solo han fracasado en la reducción de la violencia social, sino que además la han empeorado.  Un medio para sostener la necesidad del empleo de estas políticas es la generación del pánico moral.  Para explicar el pánico moral nos valdremos de Islas quien dice se refiere como los “discursos que magnifican los riesgos, promoviendo una sensación exagerada de ansiedad y temor en la población, que produce una demanda, o al menos consensos, en torno a políticas represivas y' restrictivas de las libertades.”  Hablar de mano dura significa permitir el riesgo casi inminente de la represión exagerada de la policía sobre la sociedad y en este caso sobre los jóvenes.  Además de crear una conciencia poco crítica en la sociedad, con el deseo de tapar de esta manera la ineficacia del estado y de sus instancias encargadas de dramatizar las leyes y normas que este las impone.  Nuevamente nos remitimos al ejemplo de Islas es su artículo Heridas Urbanas, cuando hace referencia al invento producido por el pánico moral del Loco de la ruta.  Se trata de un mito urbano que atribuía a un psicópata los asesinatos en serie de algunas mujeres, en su gran mayoría prostitutas, que eran cercenadas en pedazos.  Cuando en realidad era la policía la que exigía “impuestos” para permitirles trabajar y/o protegerlas en sus actividades.  Lo cual representa una muestra de la fragmentación del aparato estatal, en este caso de Argentina, pero que se experimenta también en países como el nuestro. Vale decir que no siempre el pánico moral se genera a propósito, sino que podría suscitarse debido a la sensación de inseguridad social, por parte de muchos grupos de personas.
                Creemos que la estigmatización es otra causante de las violencias juveniles y que incluso tiene relación muy cercana con el tema antes desarrollado.  Considerar y relacionar grupos de jóvenes “no normales”, o pobres, con pandillas, naciones, maras, y todo lo anterior, sin discriminación alguna, a su vez, con delincuencia y asesinatos, es en realidad una herida social. Lo peor de todo esto es que la gran mayoría de las veces depende únicamente del aspecto, ropa, accesorios, estilos, etc.  Obviamente esto crea en los jóvenes vestidos de una u otra forma, o agrupados con distintos objetivos, indignación y dolor, que va a ser canalizado como último recurso, a veces frecuente, por medio de actos de violencia.  También nos serviremos de Gofman para explicar que la estigmatización es una de “las condiciones más prolíficas para abrazar la llamada carrera profesional de la desviación”.  Pues “muchos sujetos juveniles no les queda otra posibilidad que actuar realmente como delincuentes, para que de este modo reciban –aunque parezca absurdo- el reconocimiento interno al grupo de pares, o externo por parte de los demás.”
                Cerbino se refiere a la misma causante con dos términos distintos, pero en documentos diferentes; envidia, búsqueda de respeto.  La idea central se relaciona con la invisibilización o falta de reconocimiento mínimo en la sociedad.  Personas que no se sienten efectivamente ni reconocidas, ni respetadas según los parámetros tradicionales, de igualdad de condiciones; al agruparse en organizaciones buscan ganarse el respeto y reconocimiento, por cualquier medio.  Es una compensación exagerada ciertamente, pero con igual certeza debemos decir que la opción del diálogo no es posible ni dentro de la organización juvenil, así como no lo es en la sociedad. Aquí diremos que las representaciones juveniles no son más que el espejo de las realidades que está viviendo la sociedad, con algo menos de discreción.  Al sentirse no visto busca ser visto y reconocido con un lugar y una posición para poder jugar un papel en cualquiera de los ámbitos sociales y relacionales con los otros.
                La falta de garantías sociales dentro del estado de bienestar crea también desequilibrios, emocionales, sociales, nacionales, etc.  Por un lado el mercado nos plantea el capital como la panacea de las realidades sociales, con lo cual se nos viene un cargamento de condicionamientos y exigencias jamás alcanzadas por la gran mayoría de los individuos, y por otro la realidad que estamos viviendo es cada vez más insegura y fragmentarizada.  También se relaciona este tema con el anterior, pues se crea una cierta “envidia” al sentirse discriminado, excluido de la realidad.  Pues la envidia podría crear en el sujeto, en este caso, juvenil, la representación de un complot del otro contra él.  Un complot de desconocimiento y de trama malévola o burlesca hacia su persona.
Podríamos concluir este breve ensayo diciendo; primero, que no es fácil definir los roles de víctimas y victimarios, de buenos y de malos.  Un ejemplo de ello son los tatuajes en el rostro de los miembros de las maras centroamericanas, pues son estos símbolos de la violencia ejercida sobre los tatuados.  No solo es una señal de la violencia que ellos ejercen, sino sobre todo de lo que la sociedad les hiere a ellos día a día, gesto tras gesto, obligándoles a vivir condiciones extremas, y nada humanas.  Y finalmente diremos con Balandier que: la violencia es vista como inherente a toda existencia colectiva, pues “es el resultado del movimiento de las fuerzas por las cuales dicha existencia se compone y que ella engendra, depende de la dinámica de lo vivo, por la cual orden y desorden son inseparables.”

4 comentarios:

  1. Como joven creo que nuestra etapa de vida es una de la más difícles de comprender para los adultos inclsuo hasta por nosotros mismos... pero no todo pensamiento o perosna denominado "joven" tiene que ser un rebelde sin causa... yo creo que muy pcos somos los jóvenes que buscamos cambiar la sociedad de nuestro días... y algo que reclcar que tenemos VALORES... como dice una frase: LA JUVENTUD EWS UNA ENFERMEDAD QUE SE CURA CON LE TIEMPO...
    Buen TEMA! =)

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  2. Apreciado Jeffer, mi gratitud y cariño a ti por tu comentario y aporte. Pero en verdad quiero decirte que pienses bein al referirte tan el general a jóvenes, así como manifestarte mi desacuerdo con la frase de que la juventud es una enfermedad que se cura con el tiempo... Además hasta dónde y cómo defines que dejas de ser joven...

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  3. los jóvenes y la violencia se junta muchas veces por la represión de la sociedad la cual los ha olvidado, no olvidemos ni dejemos de lado las culturas juveniles, que para mi forma de verlo es un grito del joven o también llamarlo un micro sistema dentro de una sociedad, que los jóvenes lo ven como algo perfecto, desde su punto de vista y el mio como joven, pero el costo de ser joven es, no tener un freno y en eso las sociedades han fallado en serlo para nosotros.

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  4. la represión crea violencia, el descontrol es generado por la no escucha, la disidencia se genera por un sistema en decadencia que ya no cree en lo que era el ideal.

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