domingo, 31 de marzo de 2013

EL BIEN ES MAYORÍA Y ES RADICAL.


El bien es mayoría, pero no se nota porque es silencioso -una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que destruye, hay millones de caricias que construyen la vida. Diría mi madre: Si los malos supieran qué buen negocio es ser bueno, serían buenos aunque sea por negocio.
(Facundo Cabral)

            Considero que éstas son palabras de esperanza, y que más allá del toque cómico que tienen, nos muestran que aún hay razones para seguir luchando, que no todo está perdido, o que mejor dicho, lo que se ha perdido es muy poco.  Probablemente algunos piensen que tanto el fallecido Facundo Cabral como yo estamos equivocados, y que la gente buena, así como las cosas buenas que pasan son muy pocas.  Esta visión negativa del mundo se debe seguramente al ataque de los medios de comunicación, que resaltan “las bombas” que ya de por sí causan ruido y destrucción, por sobre las incontable y melódicas caricias constructoras de un mundo humano y solidario, llamado Reinado de Dios, que ya está presente entre nosotros, irrumpiendo cada día más, pero que aún le hace falta realizarse por completo con el aporte de cada caricia nuestra.

            Hablaremos entonces de la Vida, de lo que probablemente no hablan los Medios de comunicación, porque no les da ningún rédito económico como contar un desliz de algún sacerdote aquí o allá. Hablaremos de la resurrección, de la que seguimos celebrando hoy, de la nueva Vida de Jesús, y en Él la de todas y todos nosotros. Hablamos del hombre que le dio sentido a su vida siendo el anuncio viviente de la Esperanza, de la justicia y del amor, en definitiva del Reino de Dios.  Hemos escuchado que Jesús dio su vida por nosotros, pero a veces nos hemos olvidado que  esto no fue solamente en el momento de la cruz, sino en el día a día, en cada caricia, en cada gesto de amor y de compasión hacia los excluidos, alejados, especialmente hacia los que no tenían reconocimiento ni valor alguno en aquella adultocéntrica y patriarcal sociedad: los niños, las mujeres, los extranjeros y los enfermos, etc.  Más importante aún es reconocer que lo anterior no fue solo un grupo de buenas acciones, o de actos de piedad, sino un conjunto de expresiones de resistencia y de revolución ante el sistema, porque Jesús viola e incita a violar lo establecido si esto va en contra de la vida digna.  Había la prohibición explícita de acercarse a los leprosos, a los extranjeros, o a las mujeres, porque supuestamente Dios lo quería así.  La ley ha sido hecha para el servicio del ser humano, mas no el ser humano para ser esclavo de la ley.  El mensaje de Jesús, no es ni piadoso, ni tibio, sino radical; “No piensen que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada. Sí, he venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra.”  (Mateo 10,34-11.1)  Obviamente el objetivo no es causar conflicto porque sí, sino defender la justicia, la ética, y la vida de los más pequeños, aunque esto ocasione dificultades y problemas. 
            El mensaje de Jesús es radical por tres razones principales, y por las que creo que todas y todos estamos llamados a caminar hacia esa radicalidad:  La primera, porque sus palabras no son como las de los sabios de la religión de su época, es decir, Jesús sí cumplía con lo que decía.  De ahí que su radicalidad y fidelidad al mensaje revolucionario del Reino le permitió sostenerse junto a los pobres y excluidos y por lo tanto en contra de los ricos, poderosos e injustos de la política y de la religión, aunque éstos lo maten para callarlo y controlar al pueblo.  Recordemos el relato de la Liturgia del Domingo de Ramos, en el que el pueblo le proclama su Rey.  De ninguna manera es éste un hecho aislado y exclusivamente religioso, es un acontecimiento político, en el que los Anawin o los pobres de YHVH, expresan mediante muchos símbolos de su época, que su máxima autoridad no es ni el Sumo Sacerdote judío, ni el Emperador Romano, sino aquel que con su coherencia, radicalidad, ternura y compasión les ha devuelto la dignidad de seres humanos y más importante aún, la de hijos e hijas predilectas de Dios. Así queremos decir que Jesús se mantiene firme, junto a su pueblo, incluso en Jerusalén, donde está el centro del poder político y religioso.  No huye, y aunque lo matan, sigue afirmando que Dios no está de acuerdo con las leyes injustas de los religiosos de su época, ni con la opresión del poder del César.  Hubiese sido fácil para él huir, hacerse a un lado, quedarse callado ante las injusticias de los judíos y de los romanos, o simplemente nunca ingresar a Jerusalén identificándose como un caudillo de su pueblo, sino quedarse tranquilo en Galilea, mientras a los pobres y a los débiles los siguen agrediendo sin que siquiera éstos se den cuenta. En últimas, el pueblo ya estaba acostumbrado a sufrir.  Aquí quiero recalcar que erróneamente dicen por ahí, que a Jesús el mismo pueblo que lo proclama rey lo traiciona y lo mata.  Esto no es verdad.  Jon Sobrino, Teólogo de la liberación, ve en el relato de Lucas en el que el pueblo pobre, luego de la crucifixión de Jesús, baja dándose golpes de pecho, expresión de dolor, de quien ha reconocido su impotencia ante una injusticia cometida, el signo de desacuerdo del pueblo sencillo con la decisión impuesta por parte de los poderosos, quienes maquinaron en la oscuridad y en el desconcierto de las vísperas de la pascua judía, la muerte del que les incomodaba con la verdad.
            En segundo lugar, Jesús es un hombre radical porque es un crítico que les enseña a los más débiles y despreciados a reconocer que su situación no es así por un golpe de suerte, o de mala suerte, ni porque Dios lo quiera así, sino porque los hombres poderosos, machistas, excluyentes y fanáticos lo querían así, porque les convenía.  Entonces les enseña que la situación no tiene que ser así para siempre, y que ellos, junto a él, pueden luchar para que esto deje de ser así.  De tal manera que su lucha por medio de las parábolas, sus armas de combate hacia los fariseos, se llevaron a cabo delante del pueblo.  Porque su objetivo era desacreditar a los Fariseos y enseñarle al pueblo que mientras los religiosos exigen y oprimen, mirándoles hasta la paja más pequeña en sus ojos, éstos no son capaces de mirar ni las vigas gigantes que tienen en los suyos.  Así cuando cura a los leprosos o a la mujer hemorroisa, lo hace en público, diciendo que sus pecados les son perdonados, es decir que Dios está de acuerdo en que ellos regresen al pueblo que siempre fue suyo, del cual les desterraron los dueños del dinero, del poder y de la religión, mas no su Dios que es su Padre y su Madre por siempre.

            Finalmente es un hombre radical porque construye junto a su pueblo la esperanza.  El Reino ya está entre nosotros… El Espíritu del Señor está sobre mí y me ha ungido para llevar libertad a los cautivos, vista a los ciegos, fortaleza y libertad a los oprimidos.  ¿Quién es mi Madre y mis Hermanos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre?  Dejen que los niños vengan a mí.  Tengan fe como un grano de mostaza, que aunque es el más pequeño, crece entre los más grandes.  Incluso después de su muerte en cruz, la cual solo se aplicaba a los rebeldes contra el sistema Romano, y no a los simples ladrones o agitadores, nos enseña que con su Nueva Vida Dios se ha rebelado.  Que el Padre se ha cansado que siempre ganen los poderosos, atropellando a los más pequeños y débiles.  Por eso decide Resucitarlo, y con Él y en Él, a todos los asesinados y oprimidos de la historia, que han luchado por un mundo mejor, El Reino de Dios.

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