miércoles, 9 de marzo de 2011

¿Calidad Educativa?



El presente ensayo no busca definir, ni absolutizar posturas a cerca de la calidad educativa, mas sí cuestionar algunas corrientes que dentro del gran sistema globalizante nos llevan a la repetitividad y a la reproducción en serie del pensar humano.  En primer lugar analizaremos la diferenica más que lingüística del término en cuestión.  Luego buscarmos presentar caminos y vías alternativas que nos permitan hallar algunas luces para adentrarnos en este proceso educativo más holístico, pero a la vez real.

A simple vista, Calidad Educativa, es un sustantivo y un adjetivo que al estar juntos expresan la cualidad del sustantivo.  Aquí el adjetivo es Educativa, lo cual quiere decir que esa es la cualidad del sustantivo Calidad.  Es decir, parecería que dependiendo del adjetivo varía el concepto.  Pero aquí debemos fijarnos que el sustantivo no es independiente.  Pues éste tiene ya toda una carga cultural y lingüística que no puede dejar de lado.  Queremos decir que hoy al escuchar el término Calidad todos nos referimos a lo que la cultura nos ha enseñado que significa en la práctica, más allá de lo que diga o deje de decir su adejetivo.  Lo cual es ciertamente un problema, pues lo que nos ha enseñado la cultura en torno al concepto de Calidad es mayoritariamente contradictorio con la Educación, al menos desde su concepción ética.

Si bien es cierto el término calidad no es nada nuevo, pues fua ya utilizado en los tiempos de los jefes tribales, de los reyes y faraones, pero con el pasar del tiempo este término se fue transformando hasta llegar a lo que hoy es considerado.  Un concepto frío referido a la producción y el beneficio económico, dentro de las relaciones laborales e industriales, que implica comparar y competir.  Esto poco o nada sostiene la meta de la educación que es humanizar.  Pues en la práctica, la calidad exige superar sea cual sea la forma, a la competencia.  Comparar nuestra producción con otras para convencer y ganar al medio económico.  Entonces la rentabilidad, la retribución, el dar lo menos posible obetiéndo lo máximo, son parámetros que más bien diríamos que deseducan e incluso deshumanizan.

Existen concepciones distintas a cerca de la calidad educativa.  Si bien es cierto que es posible mirar este concepto alternativamente, también es verdad que socialmente es muy poco aceptada esta visión, ya en la práctica.  Pues parecería que para que la Calidad Educativa sea más Educativa debe fiajar otros parámetros menos referidos a la Calidad desde la concepción reinante y capitalista.  Allí sí es posible humanizar, y obviamente educar desde y hacia un paradigma emergente, que nos permita además de aprender un par de conceptos, experimentar la importancia de vivir en equilibrio con los otros.  Si los parámetros que designan la calidad no son competitivos sino solidarios, exclusivos sino inclusivos realmente se acercan al concepto de calidad.  No queremos decir con esto que los estándares deben ser mediocres, más bien deben ser más exigentes y radicales.

                Queremos concluir este ensayo diciendo que la educación es un concepto que cambia con el tiempo al igual que todos, pero que al ser tan esencial no puede dejar de ser aquello que le hace ser lo que es.  Es decir humanizar, en todas las dimensiones.  Con esto nos referimos a realidades muy cercanas a nosotros en las que por prestarle tanta importancia a la Calidad nos hemos ovlidado de la Educación.  Es decir, hemos valorado tanto la infraestructura, los idiomas, el arte, el ocio, el deporte que a fin de cuentas este conglomerado de elementos valisos se han dispersado tanto sin llegar a su meta final.  Pues aunque cada uno de estos aspectos sean importantes, no son en educación fines en sí mismos.  Las personas y nuestra humanización es el fin último, para lo cual requerimos de todas estas y otras dimensiones, lo cual no se puede llevar a feliz término pues los conceptos competitivos y administrativos se han puesto por encima de dicha meta.  De ahí que sea más importante que el niño esté en un colegio inmenso con la última tecnología, que hable tres idiomas al terminar el ciclo básico, que el hecho de que pueda relacionarse con su familia y amigos y decirles espontanemente te quiero, o de manifestar sus necesidades afectivas y espirituales.  A fin de cuentas, aunque las inteligencias múltiples sean una realidad valiosa, no podemos potenciarnos como seres humanos si no constuimos y maduramos a diario nuestra inteligencia emocional y afectiva.  Ésta a fin de cuentas marca el éxito del ser humano en la vida.

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